dissabte, 19 de febrer del 2011

El Ruiseñor


Hace muchos años vivía en China un emperador muy poderoso, sensible y amante de las bellas artes. Su palacio era suntuoso, bello y estaba rodeado de un frondoso y bien cuidado jardín. Más allá del jardín estaba el bosque, inmenso y rico. Allí vivía un ruiseñor cuyo canto era el más bello y maravilloso de todos.
- ¿Cómo es que ese ruiseñor que tanto alaban, está en el bosque y no en los jardines de mi palacio? - dijo a su mayordomo. Éste se retiró preocupado, pensando, "'¿dónde encontrar al ruiseñor? Empezó a preguntar por todas partes, a todos los sirvientes, cuando una muchacha del servicio de cocina le dijo:
- ¿El ruiseñor? ¡Claro que lo he visto!
Una comitiva de nobles con el mayordomo y la cocinera se encaminaron al bosque. Horas más tarde, un torrente de armonía se dejó oir con tanta claridad sobre sus cabezas.
- Mi lindo ruiseñor - dijo la joven - Eres muy famoso en la corte y todos desean conocerte y admirarte. ¿Vendrás?
- Lo haré con mucho gusto - respondió el ruiseñor.
Y así fue. Aquella noche, en una percha de oro, cantó el ruiseñor para el emperador que se conmovió profundamente.
El emperador ordenó que el ruiseñor fuese huésped de honor en el palacio.
Libre, no enjaulado. A partir de entonces, la vida cambió en el palacio. Todos llenaban de atenciones al ruiseñor.
Pasó el tiempo y un día llegó al palacio, un regalo del emperador del Japón. Se trataba de un ruiseñor de oro, esmeraldas y rubíes y que al darle cuerda, empezaba a cantar moviendo la cola.
El emperador de la China agradeció el regalo y luego tuvo la ocurrencia de que cantaran juntos el pájaro natural y el artificial. El primero podía improvisar, en cambio el segundo sólo repetía la misma tonada. Sin embargo la presencia permanente de tan valiosa joya, hizo que en la corte se olvidaran del ruiseñor del bosque, que dejó de visitar el palacio.

- Tuvo celos del pájaro mecánico y se fue... ¡Es un ingrato! - exclamó alguien.
Pero las cosas se complicaron cuando una noche, el ruiseñor mecánico dejó de funcionar. Esto ocasionó una gran tristeza en el emperador, que se puso enfermo.
Se agravó tanto que nombraron un sucesor y mientras se preparaban los festejos para coronar al nuevo soberano, el viejo rey agonizaba. Pero en aquel instante, en la ventana se oyó el maravilloso trino del ruiseñor del bosque, que enterado de la enfermedad de su amigo, el emperador, acudió a su lecho de muerte a consolado.
Sus trinos se hacían cada vez más sonoros, más potentes y bellos. Y a su conjuro mágico la muerte se alejaba del lecho del emperador, y éste con lágrimas en los ojos, dijo:
- Gracias, hermoso ruiseñor. Me has devuelto la vida.
Después hubo grandes fiestas en el reino por la milagrosa curación del soberano.
 
Hans Christian Andersen.

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