divendres, 18 de març del 2016



Había una vez un cerrajero que fue injustamente acusado de algunos delitos y condenado a vivir en una prisión oscura y profunda.

 Llevaba ahí algún tiempo cuando su mujer, que lo quería muchísimo, se presentó ante el Rey y le suplicó que le permitiera al menos llevar una alfombra a su marido, para que este pudiera cumplir con sus postraciones cada día.

 El Rey, considerando justa esta petición, accedió. El prisionero agradeció la alfombra a su mujer y cada día hizo fielmente sus postraciones sobre ella.

 Pasado algún tiempo el hombre escapó de la prisión y cuando le preguntaban cómo lo había conseguido, explicaba que después de años de hacer sus postraciones y de orar para salir de la prisión, consiguió ver lo que tenía justo bajo sus narices: su mujer había tejido el dibujo de la cerradura que lo mantenía prisionero.

 Al darse cuenta de esto y comprender que tenía en su poder toda la información necesaria para escapar, comenzó a hacerse amigo de los guardias y los convenció de que todos vivirían mucho mejor si lo ayudaban y escapaban juntos de la prisión.

 Ellos estuvieron de acuerdo, puesto que aunque eran guardias, comprendieron que también estaban prisioneros y también deseaban escapar, pero no tenían los medios para hacerlo. Así pues, el cerrajero y sus guardias decidieron el siguiente plan: ellos le llevarían piezas de metal y él haría cosas útiles con ellas, para venderlas en el mercado. J

untos amasarían recursos para la huida y, del trozo de metal más fuerte que pudieran adquirir, el cerrajero haría una llave. Una noche, cuando ya estaba todo preparado, el cerrajero y sus guardias abrieron la cerradura de la puerta de prisión y salieron al frescor de la noche, donde estaba su amada esposa esperándolo.

 Dejó en la prisión la alfombra para orar, para que cualquier otro prisionero que fuera lo suficientemente listo para interpretar el dibujo de la alfombra también pudiera escapar. Así el cerrajero se reunió con su mujer, se hizo amigo de sus ex-guardias y todos vivieron en armonía.

 El amor y la peripecia prevalecieron


 Esta historia tradicional sufí, de Idries Shah, podría simbolizar nuestro estudio del eneagrama: la cerradura es nuestra personalidad, la alfombra para orar es el eneagrama y la llave es el trabajo. Obser­va que aunque la esposa le lleva la alfombra, para obtener las herramientas el cerrajero tiene que crear algo útil para los guardias. No puede salir solo ni gratis. Además, durante todo el tiempo que oraba por la libertad el medio para su liberación estaba literalmente bajo sus narices, aunque él no veía el di­bujo ni entendía su significado. Pero un día despertó, vio el dibujo y entonces tuvo los medios para es­capar. La lección de la historia es clara: cada uno de nosotros está prisionero. Sólo hemos de abrir nuestra mente para «leer» el dibujo de la cerradura que nos permitirá escapar



El beso en el Tercer Ojo

El sexto Chakra del Tercer Ojo, o también llamado Ajna, está situado entre las dos cejas, en la hendidura de la frente; asociado con la glándula pineal y pituitaria, con los ojos, el cerebro, con los colores índigo y púrpura; representando la percepción, la intuición y el conocimiento.

Durante años, el tercer ojo fue incluido en el terreno de lo mítico, pero en la actualidad la ciencia cree haber establecido una conexión entre él y la glándula pineal y pituitaria. Tus dos ojos te dan dimensión en el mundo normal; el tercer ojo te da la visión, la profundidad y la dimensión de los mundos sutiles.

 Su función es ver lo invisible y conocer lo desconocido. Es el centro de la intuición y de nuestra conexión directa con la fuente infinita de sabiduría.

 EL BESO EN EL TERCER OJO, es una experiencia maravillosa y unifica a los seres que lo practican. Puede practicarse con la pareja, con los hermanos, los hijos o hijas y con los amigos. Nos despierta sentimientos muy profundos y sanadores, es un método para curar viejas dolencias espirituales.

 La forma de practicarlo es tomando las manos de la persona que vas a besar en el entrecejo, viéndole a los ojos y mandándole bendiciones con la mirada, y luego de unos segundos tomar su cabeza con las dos manos, sobre las orejas y depositar el beso en el entrecejo, al besar cierra tus ojos y piensa en un triángulo con sus tres lados iguales, en el ángulo superior está Dios, y en los dos inferiores las dos personas que interactúan en esta bella demostración de amor.

 Con esto se unen las dos almas con el alma del Creador y se experimentan sensaciones de Amor, de Paz, de Armonía, de Bienestar y Seguridad. Pruébalo.

 Dar un beso en el entrecejo es una experiencia gratificante; al practicarlo con Amor ayudas a activar la Glándula Pineal y Pituitaria, con esto se unen las dos almas con el Alma del Creador, dándole a la persona un sentimiento de Amor, de Paz, de Armonía, Bienestar y Seguridad.