dimecres, 24 de setembre del 2014

La Mercé

 

La Mercè, patrona de Barcelona

Cuenta la leyenda que la noche del 24 de septiembre de 1218, la Virgen se apareció simultáneamente al rey Jaime I, a san Pedro Nolasco y a san Ramón de Penyafort. A los tres les pidió que creasen una orden de monjes dedicados a salvar cristianos encarcelados por los sarracenos. Eran tiempos de guerra religiosa.
Siglos más tarde, en 1687, Barcelona sufrió una plaga de langostas y se puso en manos de la Virgen de la Mercè. Acabada la plaga, el Consejo de la Ciudad la nombró patrona de Barcelona. Pero el Papa no ratificó la decisión hasta dos siglos más tarde, en 1868.




Los orígenes de la Fiesta Mayor

Después de que el Papa Pío IX declarase a la Virgen de la Mercè patrona de la ciudad, Barcelona empezó a celebrar sus fiestas en septiembre. La Mercè tomó vuelo en el año 1902 cuando, bajo el impulso de Francesc Cambó, se celebró una Fiesta Mayor que se convirtió en modelo de las que aún hoy tienen lugar en toda Cataluña. De todos modos, la historia de La Mercè sufriría muchos altibajos que se extendieron después de la guerra civil y los años del franquismo.




La Fiesta, hoy

Con la llegada de la democracia, La Mercè alcanzó el carácter de fiesta auténticamente popular gracias a la colaboración de entidades de toda la ciudad. Hoy, La Mercè es una fiesta que ocupa festivamente un gran número de espacios públicos con una programación centrada en la cultura mediterránea. En menos de una semana, Barcelona reúne una ingente programación que os obligará a elegir: artes de calle, pasacalles, conciertos, bailes tradicionales...




La especialidad barcelonesa

Las actividades más tradicionales de La Mercè son, en realidad, un compendio de la cultura popular de toda Cataluña. En ellas aparecen la sardana gerundense, los castells y los diablos del Camp de Tarragona, las danzas que aún hoy se mantienen vivas por toda la geografía catalana… La gran especialidad barcelonesa son los pasacalles, emparentados con las vistosas procesiones que se celebraban hace siglos con motivo del Corpus. Se trata de los espectáculos de calle más antiguos que conservamos. Hoy, como ayer, la organización de los pasacalles cuenta con grupos de cultura popular que trabajan codo a codo con artistas de calle. Su trabajo conjunto sirve para mantener vigente la vocación festiva y teatral con la que nacieron estos espectáculos.


       
          

MUJERES

LAS 11 DIFERENCIAS ENTRE LAS MUJERES INMADURAS Y LAS MUJERES MADURAS:  

1. Las mujeres inmaduras quieren controlar al hombre en sus vidas. Las mujeres maduras, saben que si el hombre es realmente suyo, no hay necesidad de control.

2. Las mujeres inmaduras te gritan porque no las llamas. Las mujeres maduras están demasiado ocupadas y sólo se limitan a decirles con poemas y mensajes dulces que la recuerdes.

3. Las mujeres inmaduras monopolizan el tiempo de su hombre. Las mujeres maduras se dan cuenta de que un poco de espacio, hace del tiempo juntos algo mas especial.

4. Las mujeres inmaduras no perdonan y se castigan y castigan por el rencor, en cambio, las mujeres maduras perdonan, ofrecen su hombro y un pañuelo.

5. Las mujeres inmaduras tienen miedo de estar solas. Las mujeres maduras lo utilizan como tiempo para su crecimiento personal.

6. Las mujeres inmaduras ignoran a los buenos hombres. Las mujeres maduras ignoran a los malos.

7. Las mujeres inmaduras lastimadas por un hombre, hacen que todos los hombres paguen por eso. Las mujeres maduras saben que fue sólo un hombre y nada más.

8. Las mujeres inmaduras se enamoran y persiguen sin descanso. Las mujeres maduras saben que algunas veces el que tu amas, te amará y si no, continúan su camino sin rencor.

9. Las mujeres inmaduras te hacen que vuelvas a casa. Las mujeres maduras hacen que quieras siempre volver a casa.

10. Las mujeres inmaduras dejan su agenda abierta y esperan a que su hombre hable para hacer planes. Las mujeres maduras hacen sus planes y cariñosamente notifican a los hombres para que ellos se integren como mejor les convenga.

11. Las mujeres inmaduras leerán esto y harán una mueca. Las mujeres maduras lo compartirán.

Autor desconocido

La vasija rota


Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros.

Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba todo el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua. Durante dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.

Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole: “Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir.”

El aguador, apesadumbrado, le dijo compasivamente: “Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.”

Así lo hizo la tinaja. Y en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo del trayecto, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguador le dijo entonces: “¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Madre. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.”


Moraleja: Todos tenemos defectos, debilidades y cualidades y debemos sacar provecho de todos ellos, nunca debemos sentirnos menos o más que otros, porque todos tenemos una meta que cumplir, un trabajo que hacer. Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Superarlas implica un trabajo personal profundo y comprometido.