diumenge, 7 d’agost del 2011

Berga


Situación 

La ciudad de Berga se encuentra entre un valle en la Depresión Central Catalana y el Pre-pirineo, protegida de los vientos del norte por la montaña de Queralt y cercana al río Llobregat que pasa por el extremo meridional de su término. Cabe destacar su situación geográfica privilegiada en el centro de Cataluña, que la ha convertido en un importante cruce de comunicaciones.

Santuari de Queralt

Historia:
Parece que puede ser la antigua Castrum Bergium,citada por Tito Livio. La invasión árabe en el Berguedà fue hacia el año 715 , después de librarse de su dominio, en el siglo X formó parte del condado de la Cerdaña. Fue conde de Berga Wifredo II de CerdañaCanigó en 1035. Cuando murió el conde Bernardo Guillermo sin descendencia, pasó definitivamente el Condado de BergaCondado de Barcelona en el año 1117, siendo conde Ramón Berenguer III. En el 1347 padeció la peste negra.Entre 1654 y 1655 fue capturada por los franceses. Durante la Guerra de Sucesión Española dio apoyo a Felipe V de España. En 1854 sufrió un ataque de Colera. En 2005 su fiesta más importante, La Patum, fue declarada por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Su economía más importante es la actividad industrial, principalmente de hilados y tejidos, la siderometalúrgica y la de la madera. La primera máquina de hilar utilizada por la industria catalana, fue inventada en Berga por la familia Farguell en el siglo XVIII y conocida con el nombre de "La Berguedana".
Antiguamente había tenido una muy importante industria relacionada con la minería.

La ganadería bovina, porcina y avícola está muy reconocida en toda la comarca, celebrándose importantes ferias durante el año.
Su vegetación más abundante es de pino, encina y roble.

Plaza de San Pedro

Patrimonio histórico





El maestro de oriente

Ya el sol se había puesto entre el enredo del bosque sobre los ríos.
Los niños de la ermita habían vuelto con el ganado y estaban sentados al fuego, oyendo a su maestro Gautama, cuando llegó un niño desconocido y lo saludó con flores y frutos. Luego, tras una profunda reverencia, le dijo con voz de pájaro:
"Señor Gautama, vengo a que me guíes por el Sendero de la Verdad.
Me llamo Satyakama"
"Bendito seas -dijo el Maestro- ¿Y de qué casta eres, hijo mío? Porque sólo un brahmín puede aspirar a la suprema sabiduría".
Contestó el niño:
"No sé de qué casta soy, Maestro; pero voy a preguntárselo a mi madre".
Se despidió Satyakama, cruzó el río por lo más estrecho, y volvió a la choza de su madre, que estaba al fin de un arenal, fuera de la aldea ya dormida.
La lámpara iluminaba débilmente la puerta, y la madre estaba fuera, de pie en la sombra, esperando la vuelta de su hijo.
Lo cogió contra su pecho, lo besó en la cabeza y le preguntó qué le había dicho el Maestro.
"¿Cómo se  llama mi padre? -dijo el niño- Porque me ha dicho el Señor Gautama que sólo un brahmín puede aspirar a la suprema sabiduría".
La mujer bajó los ojos y le habló dulcemente: "Cuando joven yo era pobre y conocí muchos amos. Sólo puedo decirte que tú viniste a los brazos de tu madre Jabala, que no tuvo marido".
Los primeros rayos del sol ardían en la copa de los árboles de la ermita del bosque. Los niños, aún mojado el revuelto pelo del baño de la mañana, estaban sentados ante su Maestro, bajo un árbol viejo.
Llegó Satyakan, le hizo una profunda reverencia al Maestro y se quedó de pie en silencio.
"Dime -le preguntó el Maestro- ¿Sabes ya  de qué casta eres?"
"Señor -contestó Satyakama-, no sé. Mi madre me dijo: Yo conocí muchos amos cuando joven, y tú viniste a los brazos de tu madre Jabala, que no tuvo marido".
Entonces se levantó un rumor como el zumbido iracundo de las abejas hostigadas en su colmena. Y los estudiantes murmuraban entre dientes de la desvergonzada insolencia del niño sin padre.
Pero el Maestro Gautama se levantó, trajo al niño con sus brazos hasta su pecho, y le dijo:


"Tú eres el mejor de todos 
los brahmines, hijo mío; 
porque tienes la herencia más noble,
que es de la verdad".

 Rabindranat Tagore
(1861-1941)
 
 

Cierto parecido

El vendedor de consejos


Un hombre rico acostumbraba ir al mercado, comprar la mercancía y luego arreglárselas para que se la llevasen a su casa sin que le costase nada el transporte.

Un día compró una caja llena de loza, encontró a un portador y le propuso que en vez de la paga que le correspondiera, le daría tres consejos que le serían útiles toda la vida.

El portador, dominado por la curiosidad, aceptó el contrato, pensando que el dinero se lo podrían dar otros trabajos.

Así pues, se cargó a la espalda la caja y echó a andar. Después de un rato, sintiéndose aplastado por el peso, le dijo al hombre rico que le diese el primer consejo. Aquel respondió:

.-Si alguien te dice que la esclavitud es mejor que la libertad, no lo creas.

Entonces comprendió el portador que aquel hombre quería engañarle, pero siguió adelante para saber cuáles serían los otros consejos. Poco después y sólo para coger fuerzas, le pidió el segundo consejo. El hombre rico contestó esta vez:

.-Si alguien te dice que es mejor la pobreza que la riqueza, no lo creas.

El portador se enojó, porque eran cosas que sabía de sobra, pero ya estaban llegando a la casa, así es que le pidió el tercer consejo. El cara dura embrollón respondió:

.-Si alguien te dice que es mejor el hambre que la hartura, no lo creas.

Esto era demasiado para el pobre portador sudoroso y jadeante. Desesperado, descargó la caja de golpe haciendo que cayera estrepitosamente al suelo. A las protestas del explotador, respondió:

.-Si alguien te dice que queda todavía una taza intacta, no lo creas.



Quien te prodiga consejos
buscando el propio interés,
no lo dudes,
nunca es un amigo verdadero.
 
 

Leyenda de Aracne

Aracne era hija de Idmón un tintorero de la ciudad de Lidia, antigua región del Asia Menor.
La joven era muy famosa por tener gran habilidad para el tejido y el bordado.
Cuenta la leyenda que hasta las ninfas del campo acudían para admirar sus hermosos trabajos en tales artes.



Aracne era muy habilidosa y hermosa, pero tenía un excesivo orgullo que la llevó a jactarse de ser la mejor hilandera, mejor incluso que la propia Atenea, diestra tanto con la espada como con su propia aguja de bordar.
Aracne quería que su arte fuera grande por su propio mérito y no quería deberle sus habilididades y triunfos a nadie. Por eso, en un momento de inconciencia, retó a la diosa, quien por supuesto aceptó el reto.
Primero, se le apareció a la joven en forma de anciana y le advirtió que se comportará mejor con la diosa y le aconsejó modestia.
Aracne, orgullosa e insolente desoyó los consejos de la anciana y le respondió con insultos. Atenea montó en cólera, se descubrió ante la atrevida jovencita y la competencia inició.

En el tapiz de la diosa, mágicamente bordado se veían los doce dioses principales del Olimpo en toda su grandeza y majestad. Además, para advertir a la muchacha, mostró cuatro episodios ejemplificando las terribles derrotas que sufrían los humanos que desafiaban a los dioses.

Las Hilanderas de Velázquez

Por su parte, Aracne tejio una pieza de tapiz en la que se podian contemplar los amoríos deshonrosos de los dioses olimpicos, como el de Zeus y Europa, Zeus y Dánae, entre muchos más. La obra era tan perfecta que la diosa no pudo encontrar ningún defecto, pero Atenea encolerizada por el insulto hecho a los dioses, rompió el hermoso tapiz y luego se esañó con la orgullosa Aracne que aterrorizada prefirió atarse a una cuerda y colgarse a seguir soportando los golpes.

Pero la diosa se apiadó de ella convirtiendola en una araña que no paraba de tejer hermosas telas que brillaban con los rayos del sol.


ROMANCE DE LA NOVIA ABANDONADA


  Sus ojos se hicieron verdes
de tanto mirar el mar,
que antes, sus pupilas eran
como miel de colmenar.
Pero una tarde de enero,
su amante se fue a viajar
dijo que a correr fortuna
para poderse casar;
y los ojos de Mercedes
en un continuo llorar,
íbanse palideciendo
como las olas del mar.

Así los años se fueron,
después de un mes, otro mes,
las pupilas de Mercedes
 perdieron su limpidez.
Sus mejillas antes frescas,
se marchitaron también,
sus labios llenos de besos,
se curvaron al desdén,
su talle fino y esbelto
perdió su erguida altivez,
sin que regresara el barco
trayendo al ansiado bien.

Trepada en alto peñasco
iba la niña a mirar
los veleros, que cruzaban
la quieta extensión del mar...
Igual que blancas gaviotas,
que se aprestan a volar,
se abrían las albas velas
bajo un cielo de cristal;
pero la noche llegaba,
con ella, la oscuridad,
y nada la paz turbaba
de la negra inmensidad.

Mar que mi amor te llevaste
¿no me lo devolverás?

Niña, no llores la ausencia
del amante que se fué,
que la juventud es breve
y es muy larga la vejez.
Niña, si te dejan sola,
abre tu pecho a otro amor,
porque en la vida, florece
sólo una vez, la ilusión;
y aunque él te jure que vuelve
no te pongas a esperar
ni mires las olas verdes
ni pidas consuelo al mar!

   (Rosario Sansores)