diumenge, 2 d’octubre del 2011

Una mujer no es una flor


Una mujer no es una flor
que puedes llevar a casa por una temporada
para admirarla, cuidarla y lucirla orgulloso
sólo mientras está fresca.
Una mujer no es una flor
para que después de disfrutar de su lozanía
su aroma y sus colores
la dejes cuando esté marchita.
Si tú ya tienes compañera
y está en casa
será sin duda para toda la vida
entonces hazla feliz y
agradece a Dios por dejarte vivir al lado de la mujer que amas
millones de hombres que no tienen
esa dicha darían la vida por lograrlo…
Pero el tiempo lo destruye todo
con los años la belleza de tu amada ya no será la misma
su alma estará intacta
o tal vez haya enriquecido
pero físicamente comenzarás a verla de otra manera
y es que su juventud poco a poco se irá alejando…
cuando eso suceda ojalá recuerdes
que ella no es una flor
que llevaste a casa por una temporada
que es la mujer que despertó en ti
el más noble de los sentimientos,
la misma jovencita que elegiste
para formar un hogar
y que ella dejando todo se fue contigo.
ojalá que el amor en su plenitud te haga seguir a su lado para siempre
juntos como Dios manda hasta el final del camino,
amándola como merece, sin soberbias de juventud
porque para entonces
tú también habrás envejecido.


Estoy triste,y mis ojos no lloran


Estoy triste, y mis ojos no lloran
y no quiero los besos de nadie;
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque.

¿Para qué he de soñar en amores
si está oscura y nuviosa la tarde
y no vienen suspiros ni aromas
en las rondas tranquilas del aire?

Han sonado las horas dormidas;
está solo el inmenso paisaje;
ya se han ido los lentos rebaños;
flota el humo en los pobres hogares.

Al cerrar mi ventana a la sombra,
una estrena brilló en los cristales;
estoy triste, mis ojos no lloran,
¡ya no quiero los besos de nadie!

Soñaré con mi infancia: es la hora
de los niños dormidos; mi madre
me mecía en su tibio regazo,
al amor de sus ojos radiantes;

y al vibrar la amorosa campana
de la ermita perdida en el valle,
se entreabrían mis ojos rendidos
al misterio sin luz de la tarde...

Es la esquila; ha sonado. La esquila
ha sonado en la paz de los aires;
sus cadencias dan llanto a estos ojos
que no quieren los besos de nadie.

¡Que mis lágrimas corran! Ya hay flores,
ya hay fragancias y cantos; si alguien
ha soñado en mis besos, que venga
de su plácido ensueño a besarme.

Y mis lágrimas corren... No vienen...
¿Quién irá por el triste paisaje?
Sólo suena en el largo silencio
la campana que tocan los ángeles.

Juan Ramón Jiménez 

 

Alguien sueña

¿Qué habrá soñado el Tiempo hasta ahora, que es, como todos los ahoras , el ápice? 
Ha soñado la espada, cuyo mejor lugar es el verso.
Ha soñado y labrado la sentencia, que puede simular la sabiduría. 
Ha soñado la fe, ha soñado las atroces Cruzadas.
Ha soñado a los griegos que descubrieron el diálogo y la duda.
Ha soñado la aniquilación  de Cartago por el fuego y la sal.
Ha soñado la palabra, ese torpe y rígido símbolo.
Ha soñado la dicha que tuvimos o que ahora soñamos haber tenido.
Ha soñado la primera mañana de Ur. 
Ha soñado el misterioso amor de la brújula. 
Ha soñado la proa del noruego y la proa del portugués. 
Ha soñado la ética y las metáforas del más extraño de los hombres, el que murió una tarde en una cruz. 
Ha soñado el sabor de la cicuta en la lengua de Sócrates. 
Ha soñado esos dos curiosos hermanos, el eco y el espejo. 
Ha soñado el libro, ese espejo que siempre nos revela otra cara.
Ha soñado el espejo en que  Francisco López Merino y su imagen se vieron por última vez.
Ha soñado el espacio. Ha soñado la múscia, que puede prescindir del espacio. 
Ha soñado el arte de la palabra, aún más inesplicable que el de la música, porque incluye la música. 
Ha soñado una cuarta dimensión y la fauna singular que la habita. 
Ha soñado el número de la arena. 
Ha soñado los números transfinitos, a los que se llega contando. 
Ha soñado al primero que en el trueno oyó el nombre de Thor. 
Ha soñado las opuestas caras de Jano, que no se verán nunca. 
Ha soñado la luna y los dos hombres que caminaron por la luna. 
Ha soñado el pozo y el péndulo. 
Ha soñado a Walt Whittman, que decidió ser todos los hombres, como la divinidad de Spinoza. 
Ha soñado el jazmín, que no puede saber que lo sueñan. 
Ha soñado las generaciones de hormigas y las generaciones de los reyes. 
Ha soñado la vasta red que tejen todas las arañas del mundo. 
Ha soñado el arado y el martillo, el cáncer y la rosa, las campanadas del insomnio y el ajedrez. 
Ha soñado la enumeración que los tratadistas llaman caótica y que de hecho es cósmica, porque todas las cosas están unidas por vínculos secretos. 
Ha soñado a mi abuela Frances Haslam en la guarnición de Junín, a un trecho de las lanzas del desierto, leyendo su Biblia y su Dickens.
Ha soñado que en las batallas los tártaros cantaban. 
Ha soñado la mano de Hokusai, trazando una línea que será muy pronto una ola.
Ha soñado a Yorick, que vive para siempre en unas palabras del ilusorio Hamlet.
Ha soñado los arquetipos. 
Ha soñado que a lo largo de los veranos, o en un cielo anterior a los veranos, hay una sola rosa. 
Ha soñado las caras de tus muetos, que ahora son empañadas fotografías.
Ha soñado la primera mañana de Uxmal. 
Ha soñado el acto de la sombra.
Ha soñado las cien puertas de Tebas. 
Ha soñado los pasos del laberinto.
Ha soñado el nombre secreto de Roma, que era su verdadera muralla. 
Ha soñado la vida de los espejos. 
Ha soñado la vida de los espejos. 
Ha soñado los signos que trazará el escriba sentado. 
Ha soñado una esfera de marfil que guarda otras esferas. 
Ha soñado el calidoscopio, grato a los ocios del enfermo y del niño. 
Ha soñado el desierto. 
Ha soñado el alba que acecha. 
Ha soñado el Ganges y el Támesis, que son nombres de agua.
Ha soñado mapas que Ulises no habría comprendido. 
Ha soñado a Alejandro de macedonia.
Ha soñado el muro del Paraíso, que detuvo a Alejandro. 
Ha soñado el mar y la lágrima.
Ha soñado el cristal.
Ha soñado que alguien lo sueña. 

Jorge Luis Borges