diumenge, 23 de gener del 2011

Gisela

No puedo quitar mis ojos de ti

.
No puedo creer que es verdad
que tanta felicidad
hay viajado hasta mi
y simplemente aprendí
que el cielo siento alcanzar
pensando que voy a amar
por eso no puedo así
quitar mis ojos de ti.

Tu tienes que perdonar
mi insolencia al mirar
toda mi culpa lo es
me he enamorado esta vez
difícil seré insistir
sin ti no quiero vivir
por eso no puedo así
quitar mis ojos de ti.

Te quiero mucho y bien compréndelo
te quiero mucho con toda intensidad
te necesito, te digo la verdad.

Te quiero mucho y pido sin cesar
que no me dejes, ya que te encontré
y voy a amarte, siempre quiero amarte.

No puedo creer que es verdad
que tanta felicidad
hay viajado hasta mi
y simplemente aprendí
que el cielo siento alcanzar
pensando que voy a amar
por eso no puedo así
quitar mis ojos de ti.
 
 

Descubriendo a Mario













Vida

Ya perdoné errores casi imperdonables.
Trate de sustituir personas insustituibles,
de olvidar personas inolvidables.

Ya hice cosas por impulso.


Ya me decepcioné con algunas personas ,

más también yo decepcioné a alguien.

Ya abracé para proteger .

Ya me reí cuando no podía .
Ya hice amigos eternos.
Ya amé y fui amado pero también fui rechazado.
Ya fui amado y no supe amar.

Ya grité y salté de felicidad.

Ya viví de amor e hice juramentos eternos,
pero también los he roto y muchos.

Ya lloré escuchando música y viendo fotos .

Ya llamé sólo para escuchar una voz .

Ya me enamoré por una sonrisa.

Ya pensé que iba a morir de tanta nostalgia y ...

Tuve miedo de perder a alguien especial

(y termine perdiéndolo) ¡¡
pero sobreviví !!
Y todavía vivo !!
No paso por la vida.

Y tú tampoco deberías sólo pasar ...

VIVE!!!

Bueno es ir a la lucha con determinación

abrazar la vida y vivir con pasión.

Perder con clase y vencer con osadía,

por que el mundo pertenece a quien se atreve
y la vida es mucho más para ser insignificante.
Charles Chaplin

Lecciones de vida

Podemos creer que todo lo que la vida nos ofrecerá mañana es repetir lo que hicimos ayer y hoy. Pero, si prestamos atención, percibiremos que ningún día es igual a otro. Cada mañana trae una bendición escondida; una bendición que solo sirve para este día y que no puede guardarse o desaprovecharse. Si no usamos este milagro hoy, se perderá. Este milagro esta en los detalles de lo cotidiano; es preciso vivir cada minuto porque allí encontramos la salida de nuestras confusiones, la alegría de nuestros buenos momentos, la pista correcta para la decisión que ha de ser tomada. No podemos dejar nunca que cada día parezca igual al anterior porque todos los días son diferentes. Presta atención a todos los momentos, porque la oportunidad, el “instante mágico”, esta a nuestro alcance.
Paulo Coelho

Let it Snow

Las cuatro esposas

Había una vez un rey que tenía cuatro esposas. Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás y la adornaba con ricas vestiduras y la complacía con las delicadezas más finas. Sólo le daba lo mejor.

También amaba mucho a su tercera esposa y siempre la exhibía en los reinos vecinos. Sin embargo, temía que algún día ella se fuera con otro.


También amaba a su segunda esposa. Ella era su confidente y siempre se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él. Cada vez que el rey tenía un problema, confiaba en ella para ayudarle a salir de los tiempos difíciles.


La primera esposa del rey era una compañera muy leal y había hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del monarca. Sin embargo, el no amaba a su primera esposa y aunque ella le amaba profundamente, apenas si el se fijaba en ella.


Un día, el rey enfermo y se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo. Pensó acerca de su vida de lujo y cavilo: Ahora tengo cuatro esposas conmigo pero, Cuando muera, estaré solo".


Así que le pregunto a su cuarta esposa: "Te he amado mas que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con esmero. Ahora que estoy muriendo, "¿Estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?" "Ni pensarlo!", Contesto la cuarta esposa y se alejo sin decir mas palabras. Su respuesta penetro en su corazón como un cuchillo filoso.


El entristecido monarca le pregunto a su tercera esposa: "Te he amado toda mi vida. Ahora que estoy muriendo, ¿Estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?" "No!", Contesto su tercera esposa. "La vida es demasiado buena!
Cuándo mueras, pienso volverme a casar!" Su corazón experimento una fuerte sacudida y se puso frió.


Entonces preguntó a su segunda esposa: "Siempre he venido a ti por ayuda y siempre has estado allí para mí. Cuando muera, estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?" Lo siento, no puedo ayudarte esta vez!", Contesto la segunda esposa. "Lo mas que puedo hacer por ti es enterrarte". Su respuesta vino como un relámpago estruendoso que devasto al rey.


Entonces escuchó una voz: "Me iré contigo y te seguiré doquiera tus vayas". El rey dirigió la mirada en dirección de la voz y allí estaba su primera esposa. Se veía tan delgaducha, sufría de desnutrición. Profundamente afectado, el monarca dijo: Debí haberte atendido mejor cuando tuve la oportunidad de hacerlo!".


En realidad, todos tenemos cuatro esposas en nuestras vidas. 

Nuestra cuarta esposa es nuestro cuerpo. No importa cuanto tiempo y esfuerzo invirtamos en hacerlo lucir bien, nos dejara cuando muramos. 
Nuestra tercera esposa son nuestras posesiones, condición social y riqueza. Cuando muramos, Irán a parar a otros.
 Nuestra segunda esposa es nuestra familia y amigos. No importa cuanto nos hayan sido de apoyo a nosotros aquí, lo mas que podrán hacer es acompañarnos hasta el sepulcro. 
Y nuestra primera esposa es nuestra alma, frecuentemente ignorada en la búsqueda de la fortuna, el poder y los placeres del ego. Sin embargo, nuestra alma es la única que nos acompañara donde quiera que vayamos. Así que, cultívala, fortalécela y cuídala ahora! Es el más grande regalo que puedes ofrecerle al mundo. Déjala brillar !

Primer beso


Yo ya me despedía…. y palpitante
cerca mi labio de tus labios rojos,
«Hasta mañana», susurraste;
yo te miré a los ojos un instante
y tú cerraste sin pensar los ojos
y te di el primer beso: alcé la frente
iluminado por mi dicha cierta.
Salí a la calle alborozadamente
mientras tu te asomabas a la puerta
mirándome encendida y sonriente.
Volví la cara en dulce arrobamiento,
y sin dejarte de mirar siquiera,
salté a un tranvía en raudo movimiento;
y me quedé mirándote un momento
y sonriendo con el alma entera,
y aún más te sonreí… Y en el tranvía
a un ansioso, sarcástico y curioso,
que nos miró a los dos con ironía,
le dije poniéndome dichoso:
-«Perdóneme, Señor esta alegría.»
Amado Nervo


La sesión

Mi profesor decía que tenía un talento innato para la pintura. Mi habilidad para utilizar esta forma de expresión artística era natural, intrínseca en mí. Sabía perfectamente donde iba cada trazo, cada pincelada de color y sombra. Había pasión en mis primerizas obras.

Un día mi profesor me invitó a un sesión de retrato de desnudo, dijo que me ayudaría mucho para afinar mi sentido de la proporción y la forma. El cuerpo humano, no importando si somos gordos, flacos, chaparros o altos es perfecto, simétrico y hermoso. La idea simplemente me encanto.

Ese día llegué puntual a la cita. La clase estaba destinada para 15 alumnos, yo tomé mi lugar justo en la parte de en medio en frente de la tarima donde estaría la modelo. Acomodé mi bloc en mi caballete y afilé mi lápiz y muy paciente esperé la llegada de los demás.

Muy solemnemente, como acostumbraba hablarnos mi profesor, dijo a todos que este ejercicio nos sería muy útil para apreciar la simetría del cuerpo pero sobre todo para comunicarnos y conectarnos con el alma del que retratamos. Dijo algo así como “no dejen que los guíen sus ojos, sino su corazón, deben conectarse con el alma que retratarán en sus lienzos”. Esas creo fueron sus palabras.

La expectativa era alta y las ansias de empezar eran cada vez mayores, hasta que por fin llegó la modelo. Era una chica esbelta, con la cabellera negra, lisa y larga que le llegaba casi a la cintura, su piel era pálida y sus ojos verdes mar. Nuestras miradas se cruzaron por segundos en el lapso en que ella entró al salón y se dirigió al pequeño vestidor en la esquina de éste.

Salió envuelta en una bata blanca y se acercó a la tarima. Mi profesor habló con ella unos minutos para explicarle la pose que deseaba y le entregó una rosa, ella la tomó entre sus manos moviendo la cabeza de forma afirmativa diciendo algunas palabras que no alcancé a escuchar.

Subió a la tarima y la bata sencillamente se deslizo al piso. Se colocó acostada boca abajo con las piernas cruzadas hacía arriba, su cabeza alzada apoyada en sus brazos con la rosa en una de las manos y mirando a su costado, mirando directo hacia mí.

- Tienen toda una hora muchachos- Dijo mi profesor. El sonido de los lápices contra las hojas blancas se hizo presente como un pequeño concierto de cigarras mal entonadas y casi mudas. Frente a la hoja en blanco, con el lápiz en la mano mire al alma que retrataría.

Su mirada parecía perdida pero dirigida haca mí de forma constante y profunda, mire su espalda arqueada, sus piernas torneadas, su largo cabello deslizándose por sus brazos y espalda, sus labios rosados, sus ojos profundos como el mar. Mi piel empezó a erizarse no podía dejar de mirarla, casi podría decir que su olor llegaba hacía mí a través de una estela invisible, empecé a sentirme embriagado. En medio de ese trance hipnótico, la rosa que ella sostenía cayó silenciosa al suelo. Yo sin pensar me levanté rápidamente y a tropezones llegué a la tarima casi de rodillas y levanté a la marchita flor para entregarla a su portadora. En ese momento nuestras caras quedaron en el ángulo exacto, nuestras miradas se convirtieron en espejos convexos, nuestros alientos se mezclaron en un imperceptible suspiro y entonces la besé.

O me besó, no lo sé, pero nuestros labios se fundieron en la parsimonia del primer beso, seguida de la osadía que le sigue al abrir las bocas y tocar las puntas de las lenguas afiladas. La besé. Posé una mano detrás de su cabeza para asirla hacia mí, la otra empezó a perderse en algún espacio de su espalda. Las manos de ella estaban sobre mi cara dirigiendo de forma orquestal el movimiento oscilante de derecha a izquierda de nuestras cabezas, con los órganos olfativos rozándose e indagándose y a la vez.

Yo no podía contenerme, les digo que no podía, era algo totalmente fuera de mis contadas voluntades, me entregaba a ella y la sentía entregarse a mí en ese beso. Nos desjugábamos en la búsqueda de las lenguas, comprimiéndonos y hacinándonos con fuerza, perdiendo nuestro aliento que se mezclaba en cada milésima pausa entre ese abrir y cerrar de los labios. Comencé a sentir esa vibración lacónica, a desear ese contacto excitante y nervioso que implica la unión de los cuerpos que se buscan. Estaba dispuesto al aquí y al ahora, no importándome nada más, pues en ese momento el mundo había desaparecido, nosotros habíamos desaparecido. Fue entonces cuando un par de golpes en mi cabeza me desviaron de mi atención.

- Julián, ¿te encuentras bien?, - dijo mi profesor que me miraba extrañado- Al mirar me di cuenta que estaba sentado frente a mi caballete con el lápiz en la mano. Más tarde yo en reaccionar y dirigir la mirada hacia mi interlocutor cuando éste dijo.

- Señorita, ¿está usted bien? ¿Quiere descansar?- Mi mirada nerviosa se dirigió a la modelo, su cabello estaba ligeramente revuelto, apretaba los labios mientras respiraba tratando de simular su agitación y la rosa estaba quebrada en sus manos. Nuestras miradas se encontraron en ese momento, un recuerdo tejido en sueños nos acosaba a ambos.

Miré de vuelta mi bloc, rayones sin forma era todo lo que había creado, mi lápiz había perforado las hojas.

Esa fue mi primera y última sesión.