dimarts, 23 d’agost del 2011

Recuerdos y sueños


Añoradas voces de viejos recuerdos
imágenes guardadas dentro del pensamiento,
los besos de una madre,
abrazos de un abuelo,
y la tierna mirada
de ese padre tan bueno.

El rosal de aquel patio
que atrapó los momentos
de una infancia feliz,
y dejó los recuerdos
de ese olor permanente
que aún vaga en los adentros.

La sonrisa de un niño
que es feliz con un cuento,
contado cada noche
hasta que llega el sueño.

La ilusión de un amor,
el despertar del sexo,
el sueño de alcanzar
aquello que queremos.

Recibir en los labios
ese beso primero,
que siempre se recuerda
como el más dulce beso,
cuya huella imborrable
queda grabada a fuego.

Soñar con un futuro
en paz para los pueblos
sin guerras, sin rencores,
sin odios, sin lamentos,
solo un aire muy limpio
y el firme sentimiento,
de estar todos unidos
defendiendo un gran sueño:
el de poder vivir
sin fronteras ni miedos.

La vida tiene trazos
de recuerdos y sueños,
los recuerdos perduran
pero no así los sueños,
que a veces caprichosos
se esfuman en el viento,
y dejan una estela
que desvanece el tiempo.

Paulina Simoes López


Con la simple palabra

 
Con la simple palabra de hablar todos los días,
que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,
voy diciendo estas cosas que casi no son mías,
así como las playas casi no son mar.

Con la simple palabra con que se cuenta un cuento,
que es la vejez eterna de la eterna niñez,
la ilusión, como un árbol que se deshoja al viento,
muere con la esperanza de nacer otra vez.

Con simple palabra te ofrezco lo que ofreces,
amor que apenas llegas cuando te has ido ya:
Quien perfuma una rosa se equivoca dos veces,
pues la rosa se seca y el perfume se va.

Con la simple palabra que arde en su propio fuego,
siento que en mí es orgullo lo que en otro es desdén:
Las estrellas no existen en las noches del ciego,
pero, aunque él no lo sepa, lo iluminan también.

Y así, como un arroyo que se convierte en río,
y que en cada cascada se purifica más,
voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,
con la simple palabra que no muere jamás.

José Ángel Buesa



Al triste, no le preguntes la historia de su desgracia...
Sino dile que en ti, tiene un amigo.

Al que llora, no le escudriñes el origen de su llanto...
Sino dile que tu tienes un hombro,
un pañuelo, una sonrisa.

Al que anda tambaleante por la vida
no le analices por qué no ha llegado
nunca a ninguna parte...
Mejor dile que tu tienes una luz, un consejo,
y un bastón por si llegara a necesitarlos.

Al que anda sin templo, y sin oración
no le preguntes por qué es un descreído...
Mejor enséñale a Dios,
y mételo en el secreto de tu plegaria.

A esos que hacen un caos de su vida
no les preguntes que causa su confusión...
Mejor enséñales el rastro sosegado de la fé,
y el fluir constante de tu serenidad.

Al que anda dolido y agotado con su cruz,
no le preguntes por qué le pesa tanto...
Mejor ponlo en posición de que Dios se irradie sobre él...
Y ya poco a poco irá llegando la luz.

Al que se resiste a seguir, y se siente vencido,
no le andes por las normas,
las deducciones y los raciocinios...
Mejor dale la mano, y dile:"¡Voy contigo!"

No le preguntes a cada uno su necesidad...
Mejor demuéstrales que siempre hay un sueño
más asombroso que su mala suerte.

Zenaida Bacardi de Argamasilla


Para ella


¿Quién es el dueño de un beso: 
quien lo regala o los labios que lo reciben?
 ¿Quién es el dueño de una mirada:
quien deja escapar frases y abrazos con sus ojos,
o quien es acariciado por ellos?

 ¿A quién pertenece un sueño: 
a quien lo busca toda su vida,
aún sin apenas llegar a tocarlo, 
o quien lo posee, y sinembargo lo mima,
alimenta y vive de él? 

 Pues bien, mi amor,
yo solo soy dueño de una herida:
la que deja tu ausencia
la que sangra por dentro,
y la que solo cura tu presencia
De todo lo demás soy esclavo: 
de tu mirada, tus besos,
¡y de ti, que eres mi sueño…