dilluns, 25 d’abril del 2011

Libertad


 Érase una vez un pájaro, adornado, con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. En fin, un animal hecho para volar libre e independiente, para alegrar a quien lo observarse. Un día, una mujer lo vio y se enamoro de él. Se quedó mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con el corazón latiéndole de prisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invitó a volar con ella, y los dos viajaron por el cielo con completa armonía. Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro.

Pero entonces pensó: Tal vez quiera conocer unas montañas distantes!! Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. Y sintió envidia de la capacidad de volar del pájaro.

Y se sintió sola. Y pensó: Voy a poner una trampa. La próxima vez que el pájaro venga, no volverá a marcharse.

El pájaro, que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula.

Todos los días ella miraba al pájaro. Ahí estaba el objeto de su pasión, y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban: eres una persona que lo tiene todo. Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación: como tenía el pájaro y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés. El pájaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo y ella ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula.

Un buen día el pájaro murió. Ella se puso muy triste y no dejaba de pensar en el. Pero no recordaba la jaula, recordaba, solo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.

Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro, era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico.

Sin el pájaro, su vida también perdió sentido y la muerte vino a llamar a su puerta. Por que has venido? le pregunto a la muerte.

Para que puedas volar de nuevo con el por el cielo,- Respondió la muerte-. Si lo hubieses dejado partir y volver siempre, lo admirarías y lo amarías todavía más, sin embargo, ahora necesitas de mi para poderlo encontrar de nuevo.




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