PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA
(1601-1681)
Nació en Madrid, el 17 de enero de 1600. Ángel Valbuena Prat, ante la falta de datos biográficos de este autor, dice que constituye “La biografía del silencio” y Menéndez Pelayo, agrega: “Vivió casi entero el Siglo XVII y es el autor que más fielmente lo personifica en su cultura”.
Estudió en el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, en Madrid, y luego, en la Universidad de Salamanca.
Todavía se suceden las opiniones de aceptación y rechazo de parte de la crítica, acerca de acciones violentas y un homicidio, atribuidos a Calderón, en defensa de un hermano suyo, como asimismo un hipotético viaje a Flandes, y algunas acciones militares en España.
En 1651 se ordenó Sacerdote.
Su obra, perteneciente al barroco español, fue editada durante su vida, en cinco etapas, en los años 1637, 1664, 1672 y 1677.
En 1681, envió al Duque de Veragua una carta en la cual menciona ciento diez obras. Hoy se reconocen como suyas, ciento veinte comedias, ochenta autos sacramentales y veinte piezas menores, entre sainetes, jácaras, entremeses y loas.
En sus obras teatrales hubo mucho cuidado de la técnica, con una acción central casi siempre acompañada de un episodio secundario que se entremezcla con el primero, haciendo difícil la comprensión.
Sus numerosos autos sacramentales son representaciones piadosas, donde concretiza los conceptos y abstracciones. La gracia es una dama de radiante belleza, igual que la justicia y la inocencia. La lascivia baila engalanada con sedas rojas, el entendimiento y el albedrío discuten con la mentira y el engaño. Los valores intelectuales toman así cuerpo, voz y gesto. Son ejemplos de este género: “La cena del rey Baltasar”, “Mística y real Babilonia”, “¿Quién hallará mujer fuerte?”, “La viña del Señor”, “La nave del mercader”, “La serpiente de metal”, “El valle de zarzuela”, “El sacro Parnaso”, “La vida es sueño”y “Lo que va de hombre a Dios”.
En sus dramas religiosos, encontramos dos clases de protagonistas:
Los criminales, no faltos de fe, sino entregados a todo tipo de vicios, pecados, crímenes y delitos, generalmente en contra de los valores sociales, pero por razones nobles. En algún momento son tocados por la Gracia Divina y obtienen la conversión. Son ejemplos de lo expuesto, “El purgatorio de San Patricio”, “La devoción de la Cruz”, “La fianza satisfecha”, “Caer para levantar” y “El esclavo del demonio”.
Por otro lado, hallamos los filósofos paganos, que iluminados por su razón desconfían del politeísmo, reconociendo al único Dios. Así sucede en “El José de las mujeres”.
En sus dramas filosóficos, dentro de los cuales su mayor exponente es “La vida es sueño”, se plantean temas como el del libre albedrío o la predestinación y las tensiones psicológicas.
Los dramas trágicos, como “Amar después de la muerte”, es un drama de venganza sobre un cuadro de puro amor. “El médico de su honra” es un cuadro de sombría inmolación en aras de un equivocado sentido de la honra. En “El mayor monstruo, los celos”, describe los furiosos celos de Herodes que, según Flavio Josefo, ordenó por dos veces dar muerte a su esposa Marienne, en caso de que él sucumbiese en su lucha contra Octavio y Marco Antonio. En toda la obra flota un espíritu semejante a la fatalidad griega. El horror se impone sobre los odios y amores de los protagonistas.
En “El Alcalde de Zalamea”, perfecciona el argumento de tres dramas de Lope de Vega: “Fuenteovejuna”, “Peribáñez” y “El mejor Alcalde, el rey”. Origina una situación dramática desarrollándola en un diálogo vivo y candente. Plantea un conflicto de honra, desde el punto de vista de la autoridad y la amistad, en un ambiente de diferentes posiciones sociales.
Entre sus comedias de intriga, podemos citar: “Mejor está que estaba” y “Peor está que estaba”, traducidas al inglés por Lord Bristol. También merecen nombrarse. “El astrólogo fingido”, “Guárdate del agua mansa”, “Casa con dos puertas mala es de guardar”, “Antes que todo es mi dama” y “la banda y la flor”.
En “la dama duende”, refiere las travesuras de Doña Ángela, viuda hermosa, joven y rica que vive en Madrid, en casa de sus hermanos, donde se aloja temporariamente un amigo de éstos, Don Manuel.
Falleció en Madrid, el 25 de mayo de 1681, mientras escribía sus últimos “Autos Sacramentales”, para la fiesta de Corpus Christi de aquel año.