dijous, 13 d’octubre del 2011

Paciencia


Un pastor tenía dos ovejas y estaba contento porque las dos ovejas habían parido y tenían unos hermosos y juguetones corderitos.

Durante la noche el pastor encerraba sus dos ovejas en un corral que tenía muy cerca de la casa. Así aseguraba que lobos y zorros no las mataran.
En las horas del día las soltaba para que fueran a pastar por los cerros. Y aquel día las soltó, como siempre y dejo a los corderitos en el corral. Es muy riesgoso soltarlos tan pequeños.

Las dos ovejas cruzaron el río caminando sobre su firme lecho de piedras. Las aguas del río eran poco profundas y ellas lo cruzaban a diario. Pero al poco tiempo se desato un temporal muy fuerte y la lluvia fue repentina y torrencial. Las aguas descendieron de los cerros, se volcaron torrentosas en los pequeños arroyos y el río se desbordó.

El pastor salió hasta la orilla, porque sabía que se acercaba la hora en que sus ovejas regresarían, para amamantar a sus críos y pasar la noche en su corral y vio que sería imposible cualquier intento por cruzar aquel torrente de aguas, sin exponerse a ser arrollado y golpeado contra las piedras.
Una oveja se puso a pastar paciente en la orilla, esperando que las aguas bajaran, la otra se impacientó y comenzó a lamentarse:
-Esta agua no descenderá y mis hijitos morirán de hambre, aquí nos sorprenderá el lobo y nos moriremos.
La compañera trato de calmarla:
-No te impacientes, recuerda que ya vimos muchas crecientes en el río y siempre vimos las aguas descender, no nos pasará nada malo y mañana amamantaremos a nuestros hijos.

De nada valieron sus reflexiones, la oveja se lanzó al río. El pastor la miraba impotente desde la otra orilla. La pobre oveja avanzó unos pocos metros, pero las aguas la vencieron y la arrastraron rìo abajo, el pastor y la compañera vieron como el cuerpo de la desdichada era llevado por la corriente, que lo golpeaba contra todas las rocas salientes.

Al anochecer las aguas ya habían descendido bastante, pastor y oveja se miraban desde las dos orillas, el pastor que conocía bien los pasos menos riesgosos, entró al agua y lenta y cuidadosamente, llego hasta la otra orilla, ató una cuerda al cuello de su oveja y ambos volvieron a cruzar el río.
Los corderitos balaban en el corral, el pastor hizo que los  corderitos mamaran de la oveja sobreviviente, que se constituyó en la madre de todos.

“Sin esperanza es imposible tener paciencia, porque nadie espera lo imposible y la esperanza más hermosa es la que nace en situaciones más desesperantes. La impaciencia, con la que quieren alcanzarlo todo hoy, es la que hace perder la oportunidad de alcanzarlo mañana”.
Autor Desconocido.


1 comentari:

  1. Qué buena reflexión... de nada vale perder la calma en situaciones complicadas, puesto que nos impide ver la solución correcta. Hay veces que no nos queda otra que esperar a que las aguas se calmen, aunque nos resulte difícil hacerlo.

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