diumenge, 6 de febrer del 2011

Un pedazo de luna

Hace tiempo pero bastante tiempo tanto que ya casi no lo recuerdo, me encontraba viendo las estrellas porque había oído o escuchado que Marte se vería como una pelotota roja junto a la Luna que es gris y que además tiene un conejo estampado según me platicó una vez que no me podía dormir mi abuelita Gaby.

Aquella noche no estaba solo, me acompañaba Pame una amiguita que vivía en la misma cuadra en la que vivía con mi familia o sea mi mamita, mi papito y mi abuelita.

Mi abuelita se encargaba de contarme una y mil historias, una de ellas era precisamente la del conejo en la luna. Siempre me soltaba un rollo que había quedado ahí por no querer comerse sus zanahorias y en castigo se quedó solito sin poder bajar a tomar agua a la tierra. Hoy se que mi abuela mintió en eso del conejo ya que lo más probable es que la luna en verdad sea de . . . ¡Queso!.

Pues Pame y yo nos encontrábamos sentaditos en la banqueta de la calle donde vivíamos y donde solíamos salir a jugar con nuestro patín del diablo, mismo que nos habían dejado Los Reyes Magos y que desde luego fue algo que nunca entendí ya que como los Reyes Magos te traían algo del Diablo, pues como que no, pero en fin.

En esos días yo era muy chiquito así que solo podía andar en mi patín pero lo que era Pame ella si que se daba sus vueltas en una bicicletota que también le dejaron los Reyes Magos el año pasado.

Pame empezó a platicarme de un amiguito que tenía y que siempre andaba vestido de overol y con una gorrita azul de SONY.

En eso escuchamos algo así como;

¡HUT HUT!,

Era el ulular de un buho que fue a posarse arriba de la ventana de la recamara de Pame que estaba en el primer piso del número 38 de la calle Privada del Buho en la Colonia Foresta.

Nos pareció más que nada un lamento o algo peor, como si se tratara de un lamento. Con una alita se quió unos lentes que parecían del tamaño del parabrisas del auto que mi papito acabaa de comprar y con la otra alita se limpiaba las lagrimas de sus ojotes

¿Qué te pasa? Le gritó Pame.

Hay, es que no se han dado cuenta que se acerca una estrella a la Luna y no sé que va a pasar

Pues nada. Dije yo.

¡Como que nada!. Están en peligro de chocar y francamente no sé qué es lo que va a pasar.

No te preocupes, no va a pasar nada. Dijo Pame.

¡Claro que es preocupante!. Terció el buho.

¡Qué es lo que tanto te preocupa?. Le pregunté.

Vean, volteen al cielo

Los dos lo hicimos y notamos como es que rápidamente una estrella se iba acercando en dirección de la Luna.

En ese momento una nube oscureció la noche y el resplandor de la Luna quedó oculto por unos minutos. Nosotros no dejamos de ver hacía arriba. Notamos un cierto resplandor atrás de las nubes y cuando se despejó vimos que a la Luna le faltaba un pedazo. Ya no era redonda. Estaba como sí alguien le hubiera dado una mordida, pero no lo que pasa es que la estrella se acercó tanto que le arrancó un pedazo a la Luna.

Bueno eso creí desde entonces aunque ya de grande me enteré que cuando la luna empieza a mostrarse cada vez más después de pasar por lo que se le conoce como Luna Nueva se ve como sí le hubieran dado una mordida, inclusive hay veces que parece la risa del gato de Alicia en el País de las Maravillas o como decía Sussy, la amiga de mi mamita; “Parece una uñita que me corté”.

Pero no, Pame y yo sabemos lo que pasó aquella noche.

Una estrella le rompió un pedazo a la Luna

Autor: Norberto Villegas Bobadilla   

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