dimarts, 15 de febrer del 2011

Refranes

A heredad vieja, heredero nuevo.
A hija casada, los yernos a la puerta.
A hijo malo, pan y palo.
A hombre de dos caras, hombre de buena espalda.
A hombre de dos caras, rayo que lo parta.
A hombre desgarbado, dale de lado.
A hombre hablador e indiscreto no confíes tu secreto.
A hombre recién levantado, ni le propongas negocios ni le pidas un prestado.
A honra demasiada, interés hay encubierto.
A hora mala no ladran canes.
A hortelano tonto, patatas gordas
A invierno lluvioso, verano abundoso.
A iros de mi casa y ¿qué queréis con mi mujer?, no hay que responder.
A la aguja buen hilo, y a la mujer buen marido.
A la ballena todo le cabe y nada la llena.
A la bestia cargada el sobornal la mata.
A la boda del herrero, cada cual con su hierro.
A la borrica arrodillada, doblarle la carga.
A la bota, darle el beso después del queso.
A la buena casada, sólo su marido le agrada.
A la buena mujer, poco freno le basta.
A la cabeza, el comer la endereza.
A la cama no te irás sin saber una cosa más.
A la cara más fea, la alegría la hermosea.
A la chita callando, hay quien se va aprovechando.
A la col, tocino, y al tocino, vino.
A la corta o a la larga cae el burro con la carga.
A la corta o a la larga el galgo a su liebre mata.
A la cuarta, ni los bueyes.
A la culpa, sigue la disculpa.
A la dama hermosa, por el pico le entra la rosa.
A la fuerza ahorcan.
A la fuerza, ni los bueyes.
A la galga y a la mujer, no le des la carne a ver.
A la gallina apriétale el puño y apretarte bien el culo.
A la gallina y a la mujer le sobran nidos donde poner.
A la guerra, con la guerra.
A la herradura que mucho suena, algún clavo le falta.
A la hija mala, dineros y a casarla.
A la hija muda, su madre la entiende.
A la hija traviesa, con azotes se endereza.
A la justicia y a la inquisición chitón.
A la larga el galgo a la liebre mata.
A la larga todo se sabe.
A la larga, lo más dulce amarga.
A la leche nada le eches; pero le dice la leche al aguardiente: ¡Déjate caer, valiente!
A la lengua y a la serpiente hay que temerles.
A la lumbre y al fraile no hurgarle.
A la luz de la tea, no hay mujer fea.
A la mala costumbre, quebrarle la pierna.
A la mala hilandera, la rueca le hace dentera.
A la mar madera, y huesos a la tierra.
A la miel, golosas, y al aceite, hermosas.
A la mona que te trae el plato no le mires el rabo.
A la moza ser buena, y al mozo el oficio, no les puede dar mayor Beneficio.
A la moza y a la mula, por la boca le entra la hermosura.
A la moza y al fraile, que no les de el aire.
A la muerte no hay cosechador que la coseche.
A la muerte no hay que temerle ni buscarla, únicamente esperarla.
A la muerte pelada no hay puerta cerrada.
A la mujer bailar y al burro rebuznar, el diablo no les debió enseñar.
A la mujer barbuda o muy velluda, el diablo la sacuda.
A la mujer barbuda, de lejos se la saluda.
A la mujer bella y honesta, casarse poco le cuesta.
A la mujer brava, la soga larga.
A la mujer casada, nunca le falta novio.
A la mujer casta, Dios le basta.
A la mujer del carnicero le medra la carne en la mano.
A la mujer dile tu amor una vez, que el diablo se lo dirá diez.
A la mujer fea, el oro la hermosea.
A la mujer hay que tenerla bien comida, bien amada y bien vestida.
A la mujer honrada su propia estima le basta.
A la mujer loca, más le agrada el pandero que la toca.
A la mujer muy casera, el marido bien la quiera.
A la mujer pedigüeña ponla donde habita la cigüeña.
A la mujer pedigüeña, la persigue la cigüeña.
A la mujer ventanera, tuércele el cuello si la quieres buena.
A la mujer y a la cabra, soga larga. Pero sin perderla de vista.
A la mujer y a la guitarra hay que templarla para usarla.
A la mujer y a la lechuga, por la cintura.
A la mujer y al ladrón, quitarles la ocasión.
A la mujer y al viento, pocas veces y con tiento.
A la necesidad no hay ley.
A la oveja mansa, cada cordero la mama.
A la puta y al barbero, nadie los quiere viejos.
A la que a su marido encornuda, Señor y tú la ayuda.
A la que bien baila, con poco son le basta.
A la que fue flor, algo le queda de olor.
A la que tenga más de treinta, no la pretendas.



 

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