dijous, 17 de febrer del 2011

Refranes (5)

A misa temprano nunca va el amo.
A mocedad ociosa, vejez trabajosa.
A mucho hablar, mucho errar.
A mucho hablar, poco acertar.
A muerto marido, amigo venido.
A muertos y a idos, pocos amigos.
A mujer casada y casta, con el marido le basta.
A mula que otro amansa, algún resabio le queda.
A mula vieja, alíviale la reja.
A muy porfiado pedir, no hay que resistir.
A nadie hace daño el vino, si se bebe con tino.
A nadie has de decir cuánto tienes, dónde lo tienes, ni adónde piensas ir.
A nadie le amarga un dulce, aunque tenga otro en la boca.
A nadie le amarga un dulce.
A nadie le parece poco lo que da, ni mucho lo que tiene.
A nave rota, todo tiempo es contrario.
A ningún cojo se le olvidan las muletas.
A ninguno le huele su mierda sino la ajena.
A no poder, en balde es querer.
A nuevos hechos, nuevos consejos.
A nuevos tiempos, nuevos usos.
A olla que hierve ninguna mosca se atreve.
A otra puerta, que ésta no se abre.
A otro perro con ese hueso.
A otro viento, otro tiento.
A padre generoso, hijo desperdiciado.
A padre guardador, hijo gastador.
A pájaro muerto, jaula abierta.
A palabras necias oídos sordos.
A palabras vanas, ruido de campanas.
A pan ajeno, navaja propia.
A pan de quince días, hambre de tres semanas.
A pan duro, diente agudo.
A pan y cebolleta no es menester trompeta.
A perdiz por barba y caiga quien caiga.
A perro flaco todo se le vuelven pulgas.
A perro que no conozcas, nunca le espantes las moscas.
A perro viejo, no hay quien le enseñe trucos nuevos.
A persona lisonjera, ni oírla siquiera.
A piloto diestro, no hay mar siniestro.
A pobreza, no hay vergüenza.
A poca oferta, buena demanda.
A poco caudal, poca ganancia.
A poco pan, coger primero.
A presurosa demanda, espaciosa respuesta.
A primeros de noviembre, tu fuego enciende.
A pueblo muerto, alcalde tuerto.
A qué buscar pan de trastrigo, siendo tan bueno el de trigo.
A quien a soplos enfría la comida, todos le miran.
A quien ajos come y vino bebe, la víbora no le muerde.
A quien amasa y cuece, muchas cosas le acontecen.
A quien bien cree, Dios le provee.
A quien bien te quiere, visítale poco, para que te desee.
A quien buenos cojones tiene, lo mismo le da por lo que va como por lo que viene.
A quien come muchos manjares, no le faltarán enfermedades.
A quien con Dios está, no le abandonará.
A quien cuece o amasa, de todo le pasa.
A quien da y perdona, nácele una corona.
A quien dan y no toma, dicha es que le sobra.
A quien das de yantar, no te duela dar de almorzar.
A quien de bailar tiene gana, poco son le basta.
A quien debas contentar, no procures enfadar.
A quien dices tu secreto, haces tu dueño.
A quien Dios no le da hijos el diablo le da sobrinos.
A quien Dios quiere bien, el viento le junta la leña.
A quien Dios quiere bien, la perra le pare lechones.
A quien Dios quiere para rico hasta la mujer le pare hijos de otro.
A quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.
A quien duerme, duérmele la hacienda.
A quien espera, su bien le llega.
A quien está en su tienda, no le achacan que se halló en la contienda.
A quien feo ama, bonito le parece.
A quien ganando no guarda, media albarca; y a quien ni ganar espera, abarca entera.
A quien habló, Dios le oyó.
A quien has acallado no le hagas llorar.
A quien has de acallar, has de halagar.
A quien has de dar la cena, no le quites la merienda.
A quien hubieras vencido no lo tengas por amigo.
A quien le dan el pie, se toma la mano.
A quien le duele una muela, que la eche fuera.
A quien le pique el alicante, que llamen al cura que le cante.
A quien le pique, que se rasque.
A quien lo quiere celeste, que le cueste.
A quien madruga, Dios le ayuda.
A quien mal canta, bien le suena.
A quien mal vive, su miedo le sigue.
A quien miedo han, lo suyo le dan.
A quien mucho miente, le huye la gente.
A quien mucho tememos, muerto le queremos.
A quien mucho tiene, más le viene.




 

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