dimarts, 8 de novembre del 2011

Entre reir y llorar


Si en apariencia, reír es signo de felicidad, llorar es expresión de tristeza. General mente la sociedad según su cultura establece una serie de convencionalismos que, al ser acatados, pueden afectar la personalidad de muchos de sus miembros y de no correr el riesgo de ser criticados por su mismo ambiente. Un ejemplo es considerar el acto de llorar como conducta propia de mujeres.

Las glándulas lacrimales tienen diversas funciones entre ellas, conservar la humedad del órgano visual; de manera que no es aconsejable crear en los niños la idea de que los hombres no lloran". Ya Tácito el historiador romano en su época decía "a las mujeres les esta bien llorar, a los hombres recordar".
Nadie puede perder el derecho natural a derramar lágrimas por expresar sus verdaderos sentimientos, máxime cuando estas también reflejan el dolor, y el amor en su más pura expresión. Claro que a todos nos gusta reír, mas sin embargo no todas las risas agradan, ni todos los llantos disgustan
.
En efecto la risa de los adultos tiene diferentes orígenes. Mal pueden considerarse producto de la felicidad aquella proveniente de la realización "exitosa" de actos perversos. Cuando ríe de sastifacion el traidor, al tender una red bajos los pies del amigo, su semblante es una mueca, porque jamás podrán derrochar la simpatía de la autentica risa, es decir aquella cuya innegable dureza, penetra suavemente en otros espíritus.
Al contrario perjudica el ritmo cardiaco de quienes condenan tan cobarde actitud repudiable también la conducta de aquellos que lejos de auxiliar a quien accidental mente pierde el equilibrio, solamente carcajadas impregnan el entorno de la dolorida persona.

Si... las apariencias engañan. Muchas veces ver llorar a una persona lo semejamos al dolor, pero las lagrimas también acompañan estados de gozo: los padres al abrazar a su hijo convertido en un brillante profesional; los familiares, al superar el paciente la intervención quirúrgica de altísimo riesgo: la madre cuando su regazo es cuna para su ansiado vástago; el reo al recuperar su libertad. Entre risas y lágrimas celebran los fanáticos la victoria de su equipo. El arrepentimiento que conlleva al nacimiento  espiritual de un nuevo ser, también es precedido por un llanto, transformador de un entristecido rostro en uno sonriente.

Por eso no debemos esconder las lágrimas si exigen salir. Aunque fuerte la expresión, fundadas razones llevarían a Federico García Lorca -poeta y dramaturgo español- a expresar "quiero llorar porque me da la gana" no petrifiques tus sentimientos.


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