¡Corazón que no has amado,
tú no sabes el dolor
de un corazón acosado,
carcomido y desgarrado
por amarguras de amor!
No sabes como se llora
con la noche y con la aurora,
con ese llanto que quema;
con ese sol que colora
en la frente un anatema.
Se llora con el placer,
se llora con el pesar,
con el recuerdo de ayer,
y mañana...hay que llorar
si nos ama una mujer.
Tú, velado a la tormenta
de borrascosa pasión,
no sabes como se aumenta,
cómo inflamada revienta
la pena en el corazón.
Cómo le devora eterno
ese esperar indeciso;
cómo abraza el fuego interno
de tener un infierno
donde estuvo un paraíso.
¡Amar y no ser amado!
¡Sentir y no consentir!
¡Morir viviendo olvidado!
¡Ay! ¡Morir de enamorado
y no poderlo decir!
¡Bullir en el pensamiento
el bello ser de otro ser...
y ese roedor tormento
que hemos bebido en el viento,
en la voz de una mujer!
Sí; mis oídos la oyeron,
mis ojos la contemplaron;
era hermosa, y la creyeron...,
mis oídos me mintieron
o sus ojos me engañaron
Era un ángel tal vez; descendió al suelo
para dejar sobre la tierra limpia
alguna oculta maldición del cielo
y un reguero de luz y de armonía.
La amé al pasar, y me dejó pasando;
y por único alivio de mi honda pena
"Canta", me dijo; y la visión flotando,
se deshizo en la atmósfera serena.
José Zorrilla