divendres, 19 d’agost del 2011
Salto del Angel (Venezuela)
En los años veinte, un piloto norteamericano de nombre Jimmy Ángel acompañó a un buscador de oro hasta los mismos límites venezolanos del Bosque del Amazonas. Su búsqueda fue inútil, pero en su lugar descubrió la que demostró ser la mayor cascada del mundo, y le puso su nombre: Salto del Ángel.
Los indios la veneran como hogar de su dios porque Churruvena, como la llaman ellos, desciende del paraíso. Su altura está cifrada en 979 metros, aunque también suele mencionarse 1002 o incluso 1054 metros. En cualquier caso, supera ampliamente a la segunda en altura, el salto de Tugela en Sudáfrica, con 948 metros.
Se encuentra en el estado de Bolívar, al sureste de Venezuela, dentro del Parque Nacional de Canaima, sexto del mundo en extensión. La vegetación y fauna del Parque son de las más antiguas del mundo, y los yacimientos minerales incluyen minas de oro y diamantes. Aquí, el Salto del Angel comparte protagonismo con los impresionantes Tepuyes, inmensas torres de piedra arenisca formadas por la erosión durante 180 millones de años. El más alto es el Auyantepuy, o Montaña del Infierno, con 2560 metros. Cualquier intento de avistar el Salto parte de Canaima, adonde suele llegarse por avión para evitar largos y costosos viajes en barco o por tierra.
Desde allí puede tenerse una perspectiva aérea de la cascada volando en una avioneta si el día es despejado, lo que además permitirá apreciar la belleza y magnitud de los Tepuyes. A nivel del suelo, la alternativa es remontar los ríos en las lanchas que se dirigen al lugar.
En el aeropuerto de Canaima se cobran 2000 bolívares por la entrada en el Parque Nacional, y desde el primer instante se disfruta de un paraje incomparable. Desde la arenosa playa del lago, se pueden ver al otro lado tres grandes cascadas, Ucaima, Golondrina y Hacha, que adelantan el espectáculo de que podemos disfrutar más tarde.
En el mismo aeropuerto suele haber representación de varias compañías turísticas ofreciendo rutas al Salto del Angel. Desde allí, el viaje puede durar tres días, y costar unos 25.000 bolívares en pensión completa. Solo funcionan cuando el nivel del río permite la navegación, normalmente entre mayo y diciembre.
Cruzando el lago se llega, en media hora de marcha por la selva, hasta el Salto El Sapo. Con la precaución de ayudarse con la cuerda dispuesta a tal efecto, puede tenerse la incomparable experiencia de caminar bajo la misma cascada, atravesando el túnel que forma la caída del agua.
Ascendiendo hasta la parte superior del río puede tomarse otro bote que en veinte minutos arriba en Mayupa. Para evitar los peligrosos rápidos, se caminan tres kilómetros hasta retomar la navegación en el río Carrao y remontarlo durante hora y media hasta Isla Orquídea, donde se hace noche.
De nuevo por el río Carrao y el Churun durante tres horas, la navegación conduce a Isla Ratoncito, que muestra ya una primera imagen del Salto del Ángel. Atravesando a pie la selva durante una hora se llega por fin al mirador de la cascada.
Desde un kilómetro de altura, el agua cae estruendosamente convirtiéndose en finas gotas que el viento arrastra empapándolo todo. La altura del Salto del Ángel es tan grande que apenas se puede apreciar en toda su magnitud, pero que no deja lugar a dudas sobre su grandeza.
Esta es la casa de los dioses.
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