dimarts, 15 de març del 2011
Una mañana de primavera de 1976, el niño Julian Fabricus, de siete años de edad, corría alegremente por los campos de Worcerster, en Sudáfrica, cuando al intentar atrapar una mariposa cayó sobre el pasto. De inmediato sintió una molestia en su ojo izquierdo, como si arenilla se hubiera metido en el, por lo que decidió regresar a casa.
Cuando estuvo en ella, le contó a su mama lo sucedido; en ese momento Julian ya manifestaba dolor e inflamación en el ojo, por lo que su madre lo llevo con el oculista Cornelius Kooy para que le realizara una exploración ocular. Al no encontrar la fuente de la molestia, el médico aplicó al menor unas gotas lubricantes y anestésicas a fin de aliviar las molestias. A los tres días ya no había rastro de la irritación y la inflamación había cedido.
Un año después el pequeño mencionó a sus padres que ocasionalmente experimentaba comezón en su ojo izquierdo y a veces su vista se nublaba, como si hubiera algo dentro del párpado que le obstruyera momentáneamente la visión. Su padre examinó el ojo de Julián y, auxiliado por el cristal de aumento de una lupa, notó un minúsculo objeto blanco que estaba en la córnea cerca de la pupila, por que de inmediato lo llevo de nuevo con Kooy. Tras el examen oftalmológico, el oculista les dijo que Julian tenía un objeto blanco incrustado en el ojo, algo que parecía una especie de hierba. El objeto, hasta ese momento desconocido, tenía 4 mm de longitud y era completamente blanco.
Para extirparlo, el 20 de diciembre de 1977 fue necesario someter al pequeño a una microcirugía de 30 minutos efectuada por el cirujano Solomon Abel, quien retiro el objeto de la córnea del menor. Luego la envió a un botánico, el cual después explicó que se trataba de una planta de la especie Cosmpositae –de la misma familia que los crisantemos y las margaritas-.
El caso fue tan sorprendente que llegó a las páginas de la prestigiada revista Journal Archives of Ophthalmology, donde Abel planteó la hipótesis de que cuando el pequeño cayó en la hierba, la semilla de la planta entro en su ojo y se le incrusto en la cornea, donde permaneció en estado latente, sin germinar durante una año. Posteriormente comenzó a crecer gracias a que el ambiente ocular era propicio –había humedad y oxigeno- y la diminuta planta era blanca.
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