dilluns, 28 de març del 2011

Paseando por Madrid


 
Estas paseandome por Madrid,
sigues super lejos de mi,pero que sepas 
que voy contigo.
Sigues llenando mis días de color,
sigues haciendome sonreir,
sigues haciendo que me sienta querida,lo mejor 
que me pudo pasar en esta vida fue conocerte.
No dejo de pensarte,te echo de menos cariño.
 
 

diumenge, 27 de març del 2011

Arco iris


A veces
por supuesto
usted sonríe
y no importa lo linda
o lo fea
lo vieja
o lo joven
lo mucho
o lo poco
que usted realmente
sea

sonríe
cual si fuese
una revelación
y su sonrisa anula
todas las anteriores
caducan al instante
sus rostros como máscaras
sus ojos duros
frágiles
como espejos en óvalo
su boca de morder
su mentón de capricho
sus pómulos fragantes
sus párpados
su miedo

sonríe
y usted nace
asume el mundo
mira
sin mirar
indefensa
desnuda
transparente

y a lo mejor
si la sonrisa viene
de muy
de muy adentro
usted puede llorar
sencillamente
sin desgarrarse
sin deseperarse
sin convocar la muerte
ni sentirse vacía

llorar
sólo llorar

entonces su sonrisa
si todavia existe
se vuelve un arco iris.

Mario Benedetti

Lo inacabable


No tienes tú la culpa si en tus manos
mi amor se deshojó como una rosa:
Vendrá la primavera y habrá flores...
El tronco seco dará nuevas hojas.

Las lágrimas vertidas se harán perlas
de un collar nuevo; romperá la sombra
un sol precioso que dará a las venas
la savia fresca, loca y bullidora.

Tú seguirás tu ruta; yo la mía
y ambos, libertos, como mariposas
perderemos el polen de las alas
y hallaremos más polen en la flora.

Las palabras se secan como ríos
y los besos se secan como rosas,
pero por cada muerte siete vidas
buscan los labios demandando aurora.

Mas... ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera!
¡Y toda primavera que se esboza
es un cadáver más que adquiere vida
y es un capullo más que se deshoja!

Alfonsina Storni 

 

El viejo sabio


Un día, sentado el viejo sabio a la sombra de un árbol al borde del camino, estaba comiendo arroz con los dedos. Por allí pasaba un anciano muy rico que se indignó:

-¡Mirad a ese hombre! Dicen que es el sabio más grande de la provincia y está comiendo con los dedos. ¡Qué horror! Nunca le invitaré a mi casa.

Cinco minutos después apareció una elegan­te comitiva escoltada por tres guardias que acom­pañaba a pasear a dos damas.

-Oh, ¿no es ése el sabio del vergel de los ciruelos?

-Sí, es él.

-No le basta con ser un patán, sino que además es muy sucio. Nunca consentiremos re­cibirle en nuestra casa.

Al día siguiente, el rey de la provincia organi­zaba una gran recepción para celebrar el equi­noccio e invitó al sabio. También estaban invita­dos el anciano rico y las dos damas. El sabio, en el lugar de honor, comía con palillos y su ropa estaba inmaculada.

El hombre rico no pudo contenerse y le pre­guntó:

-¿Cómo puedes comer un día con los dedos y otro según las normas y las costumbres?

-¡Oh! es muy sencillo. No me atengo a las costumbres y me adapto al lugar donde me encuentro. Si estoy sentado bajo un árbol, me gusta comer con los dedos. Nadie me ve, aparte de los que pasan y me juzgan. Si se me invita, me acomodo a las costumbres de mi anfitrión.

El hombre meneó la cabeza.

Yo no podría actuar de esa manera. He de comer siempre con palillos.

-Entonces nunca verás más que un aspecto de las cosas -dijo el sabio.

"Antes de vestir tu cuerpo de blanco, ilumina tu alma".

La armonía, el amor y la luz están donde la vida te lleve. La iluminación de tus días y los colores con que los veas dependen de vos. No lo olvides, vos y sólo vos sos el hacedor de tus sueños y tu destino.

Rabindranath Tagore

"Cada criatura, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios todavía no pierde la esperanza en los hombres." - Rabindranath Tagore en Kolkata, imagen probablemente tomada en 1909
  •  "A veces nos dirigimos a Dios mendigando un poco de alegría y otras veces le brindamos nuestra propia alegría. En tales momentos nos hallamos más cerca de Él, porque no es nuestra necesidad, sino nuestra alegría lo que hacia Él nos empuja."
  •     "Aunque le arranques los pétalos, no quitarás su belleza a la flor."
  •    "Cada criatura, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios todavía no pierde la esperanza en los hombres."
  •     "Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando."
  •     "Como un mar, alrededor de la soleada isla de la vida, la muerte canta noche y día su canción sin fin."
  •     "Déjame sólo un poco de mí mismo para que pueda llamarte mi todo."
  •     "Dormía y soñaba que la vida era alegría, desperté y vi que la vida era servicio, serví y vi que el servicio era alegría."
  •     "El amor es la vida llena, igual que una copa de vino."
  •     "El benefactor llama a la puerta, pero el que ama la encuentra abierta"
    •     "El bosque sería muy triste si sólo cantaran los pájaros que mejor lo hacen."
    • "El hombre que ha de mendigar amor es el más miserable de todos los mendigos."
    •     "El que se ocupa demasiado de hacer el bien no tiene tiempo de ser bueno."
    •     "Engarza en oro las alas del pájaro y nunca más volará al cielo."
    •     "Es fácil hablar claro cuando no va a decirse toda la verdad."
    •     "Ese que habla tanto está completamente hueco, ya sabes que el cántaro vacío es el que más suena."
    •     "Hacer preguntas es prueba de que se piensa."
    •     "He comprendido que la verdadera fe está en donde está el hombre y el amor. Viene de la mujer en su abnegada maternidad y vuelve a ella en sus hijos, desciende con el regalo del que da y se abre en el corazón del que acepta."
    •     "¡He perdido mi gotita de rocío!, dice la flor al cielo del amanecer, que ha perdido todas sus estrellas."
    •     "La oscuridad de la noche es un saco que rebosa el oro del amanecer"
    •     "La poesía es el eco de la melodía del universo en el corazón de los humanos."
    •     "La verdad no está de parte de quien grite más."
    •     "La tierra es insultada y ofrece sus flores como respuesta."
    •     "La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido."
    •     "Los hombres son crueles, pero el hombre es bueno."
    •     "No basta compartir las ideas con el prójimo; se ha de compartir la vida."
    •     "No es tarea fácil dirigir hombres; empujarlos, en cambio, es muy sencillo."
    •     "No es tarea fácil educar jóvenes, adiestrarlos, en cambio, es muy sencillo."
    •     "Podemos tragar la carne sólo porque no pensamos en la cosa tan cruel y llena de pecado que hacemos. Hay muchos crímenes que son creación del hombre, la equivocación de lo que es achacado a su divergencia de hábitos, costumbres o tradiciones. Pero, la crueldad no es una de éstas. Es un pecado fundamental y no admite disculpas o buenas distinciones. Tan sólo no dejemos que nuestro corazón se vuelva insensible, protesta contra la crueldad, se puede oír claramente; y aún así perpetramos crueldades fácilmente. Felizmente -todos nosotros-, de hecho, todos los que no se unen son llamados maníacos".
    •     "¿Por qué se marchitó la flor? Se marchitó la flor porque la abracé junto a mi corazón, por eso se marchitó la flor".
    •     "¡Qué pequeña eres, brizna de hierba! Sí, pero tengo toda la tierra a mis pies."
    •     "¿Qué quiere decir fama? ¿Siente el río la espuma? Pues la fama es espuma en la corriente de la vida."
    •     "Sé como el sándalo, que perfuma el hacha del leñador que lo hiere."
    •     "Si cierras la puerta a todos los errores, también la verdad se quedará fuera."
    •     "Si el cielo con todas sus estrellas y el mundo con todas sus riquezas fueran míos, algo más pediría. Pero si ella fuera mía, me contentaría con un rincón, el más pequeño de la tierra."
    •     "Si lloras porque no puedes ver el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas."
    •     "Un entendimiento todo lógica es como un cuchillo de hoja sola, que hiera la mano de su dueño."
    •     "Vivimos en el mundo, cuando lo amamos."
    •     "Y al partir serán estas mis últimas palabras: me voy, dejo mi amor detrás.

Refranes (B4)

Buen hondero el que mete dos piedras por un mismo agujero.
Buen lector, mal escribano.
Buen oficio es no tener ninguno.
Buen pedidor, mal dador.
Buen podador, buen viñador.
Buen porte y buenos modales, abren puertas principales.
Buen trago, que el difunto no vuelve.
Buen vino y sopas hervidas, le alargan al viejo la vida.
Buena barba, de todos es honrada.
Buena boca y buena gorra hacen más de una boda.
Buena bolsa, envidiosos y ladrones la hacen peligrosa.
Buena burra hemos comprado.
Buena carrera del buen caballo se espera.
Buena compañía, Dios y Santa María.
Buena condición vale más que discreción.
Buena demanda o mala demanda, el escribano es mi banda.
Buena es el agua, que cuesta poco y no embriaga.
Buena es la carne de perdiz; pero mejor la de codorniz.
Buena es la carne; buena es la cecina; mejor es la cocina.
Buena es la justicia si no la doblara la malicia.
Buena es la linde entre hermanos.
Buena es la nieve que a su tiempo viene.
Buena es la quina, pero a veces es más mal que medicina.
Buena es la regla, si la regla es buena.
Buena es la trucha, mejor el salmón, bueno es el sábalo cuando es de sazón.
Buena es la vida de aldea por un rato, mas no por un año.
Buena estatura es media hermosura.
Buena fama es buena cama.
Buena fama merece quien por su patria muere.
Buena gana de comer, rica salsa es.
Buena madera, buen oficial espera.
Buena mano, de rocín hace caballo; y la ruin, de caballo hace rocín.
Buena memoria es la escritura, pues para siempre dura.
Buena razón quita cuestión.
Buena romería haz quien a su casa pone en paz.
Buena ventura sólo con otra dura.
Buena vida me paso, buena hambre me rasco.
Buena vida si refrenas tu ira.
Buena, joven, rica y bella ¿dónde esta ella?
Buena, por ventura; mala, por natura.
Buenas acciones valen más que buenas razones.
Buenas cartas a veces pierden.
Buenas costumbres y dineros, hacen de los hijos caballeros.
Buenas judías la Mancha las cría.
Buenas noches y buenos días, y tú en tu casa y yo en la mía.
Buenas palabras me dice, y a la espalda me maldice.
Buenas palabras no cuestan cobre y valen mas que plata.
Buenas palabras no hacen buen caldo.
Buenas palabras no te quitan dinero del arca.
Buenas palabras y buenos modales, todas las puertas abren.
Buenas palabras y buenos modos dan gusto a todos.
Buenas palabras y malos hechos engañan a los locos y a los cuerdos.
Buenas palabras, cantar de cigarras.
Buenas serian las cuchilladas si no fuese por las puntadas.
Buenas son las mangas después de las Pascuas.
Buenas son ovejas, si hay muchos hijos para ellas.
Buenas y malas artes hay en todas partes.
Buenas y mejores, por falta de seguidores.
Bueno de asar, duro de pelar.
Bueno es beber, pero no hasta caer.
Bueno es caer para más valer.
Bueno es el gato, si no te araña.
Bueno es el rigor; pero la misericordia es mejor.
Bueno es lo bastante y malo lo sobrante.
Bueno es pan, y mejor, con algo que agregar.
Bueno es que haya ratones, para que no se sepa quien el queso se Come.
Bueno es saber cada uno para cuanto es.


Estatuas Buda

El Buda de Ushiku, en Ushiku, Japón. De 120 metros de altura, es considerada la estatua más alta del mundo; aunque 10 metros corresponden a un pedestal y otros 10 a un segundo podio en forma de flor de loto, habitual en las figuras de Buda. Construida con acero y bronce, fue inaugurada en 1995. Para hacerse una idea de su tamaño: los dedos de la mano miden más de siete metros cada uno con un peso superior a las 4.000 toneladas.


Es la estatua de piedra de Buda más grande del mundo. Está tallada en un risco en Leshan, provincia de Sichuan al sudoeste de China. Mide 71 metros de altura y tiene más de 1.200 años de antigüedad. Comenzó a construirse en el año 713 con objeto de que la presencia del Buda aplacara las aguas turbulentas de tres ríos que confluyen en las cercanías. Se terminó 90 años después y ciertamente las aguas se tornaron mansas, dicen que como consecuencia de que el material extraído para esculpir la estatua se depositó en el lecho de los ríos cambiando su cauce.
 La agencia china Xinhua informa que la estatua va a ser sometida a un análisis geológico mediante un radar, que detectará si en su interior hay algún deterioro oculto. Los trabajos de conservación y restauración comenzaron en 2001 y su coste será de unos 30 millones de dólares.
La estatua gigante de Buda fue incluida en la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO en 1996.




Tōdai-ji gran templo oriental), es un templo budista que se encuentra en Nara, Japón. Alberga una estatua gigante del Buda Vairocana (llamado dainichi en japonés; significa "Buda que brilla a lo largo del mundo como el sol"), conocido simplemente como daibutsu (Gran Buda), al igual que otras grandes figuras de Buda en Japón. El templo también sirve como los cuarteles japoneses de la escuela Kegon del budismo. Aun habiendo sido reconstruido 2 veces por causa de incendios provocados por la guerra siendo así un 33% más pequeño que el original, ostenta el record mundial siendo la construcción de madera más grande del mundo.

Los ciervos sika, protegidos oficialmente como tesoros nacionales y considerados como mensajeros de los dioses por el sintoísmo, vagan por el terreno libremente. Son utilizados como reclamo turístico y se les puede alimentar, previa compra de una especie de obleas que venden dentro del recinto, por lo que no muestran ningún temor hacia las personas.
 Es el edificio principal del templo de Tōdai-ji donde se encuentra el gran buda. Es una enorme estructura de madera de 56 × 50 × 50 m, que alberga en su interior la estatua de Buda. Uno de los pilares que sostiene el edificio tiene un agujero en su base. Los visitantes intentan pasar por el agujero, que tiene las mismas dimensiones que los orificios de la nariz del Buda. La leyenda dice que aquel que pase será bendecido con la iluminación. Los niños no suelen tener dificultades en pasar, pero los adultos a veces se atascan y necesitan ayuda para salir.



El Buda gigante de Kamakura es una estatua de bronce de Amida Buda y se encuentra en los terrenos del templo de Kotokuin. Tiene una altura de 13.35 metros y es la segunda estatua de Buda más grande de Japón. (La más grande se encuentra en el templo de Todaiji en Nara).

La estatua data de 1252 y originalmente se encontraba en el interior del templo. Pero en el siglo XV un tsunami derribó el edificio y desde entonces el Buda se encuentra al aire libre.

dissabte, 26 de març del 2011

dijous, 24 de març del 2011

La caricia perdida


Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos... En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará... rodará...

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?

Alfonsina Storni 

 

Pedro Calderón de la Barca

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA
(1601-1681)

Nació en Madrid, el 17 de enero de 1600. Ángel Valbuena Prat, ante la falta de datos biográficos de este autor, dice que constituye “La biografía del silencio” y Menéndez Pelayo, agrega: “Vivió casi entero el Siglo XVII y es el autor que más fielmente lo personifica en su cultura”.
Estudió en el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, en Madrid, y luego, en la Universidad de Salamanca.
Todavía se suceden las opiniones de aceptación y rechazo de parte de la crítica, acerca de acciones violentas y un homicidio, atribuidos a Calderón, en defensa de un hermano suyo, como asimismo un hipotético viaje a Flandes, y algunas acciones militares en España.
En 1651 se ordenó Sacerdote.
Su obra, perteneciente al barroco español, fue editada durante su vida, en cinco etapas, en los años 1637, 1664, 1672 y 1677.
En 1681, envió al Duque de Veragua una carta en la cual menciona ciento diez obras. Hoy se reconocen como suyas, ciento veinte comedias, ochenta autos sacramentales y veinte piezas menores, entre sainetes, jácaras, entremeses y loas.
En sus obras teatrales hubo mucho cuidado de la técnica, con una acción central casi siempre acompañada de un episodio secundario que se entremezcla con el primero, haciendo difícil la comprensión.
Sus numerosos autos sacramentales son representaciones piadosas, donde concretiza los conceptos y abstracciones. La gracia es una dama de radiante belleza, igual que la justicia y la inocencia. La lascivia baila engalanada con sedas rojas, el entendimiento y el albedrío discuten con la mentira y el engaño. Los valores intelectuales toman así cuerpo, voz y gesto. Son ejemplos de este género: “La cena del rey Baltasar”, “Mística y real Babilonia”, “¿Quién hallará mujer fuerte?”, “La viña del Señor”, “La nave del mercader”, “La serpiente de metal”, “El valle de zarzuela”, “El sacro Parnaso”, “La vida es sueño”y “Lo que va de hombre a Dios”.
En sus dramas religiosos, encontramos dos clases de protagonistas:
Los criminales, no faltos de fe, sino entregados a todo tipo de vicios, pecados, crímenes y delitos, generalmente en contra de los valores sociales, pero por razones nobles. En algún momento son tocados por la Gracia Divina y obtienen la conversión. Son ejemplos de lo expuesto, “El purgatorio de San Patricio”, “La devoción de la Cruz”, “La fianza satisfecha”, “Caer para levantar” y “El esclavo del demonio”.
Por otro lado, hallamos los filósofos paganos, que iluminados por su razón desconfían del politeísmo, reconociendo al único Dios. Así sucede en “El José de las mujeres”.
En sus dramas filosóficos, dentro de los cuales su mayor exponente es “La vida es sueño”, se plantean temas como el del libre albedrío o la predestinación y las tensiones psicológicas.
Los dramas trágicos, como “Amar después de la muerte”, es un drama de venganza sobre un cuadro de puro amor. “El médico de su honra” es un cuadro de sombría inmolación en aras de un equivocado sentido de la honra. En “El mayor monstruo, los celos”, describe los furiosos celos de Herodes que, según Flavio Josefo, ordenó por dos veces dar muerte a su esposa Marienne, en caso de que él sucumbiese en su lucha contra Octavio y Marco Antonio. En toda la obra flota un espíritu semejante a la fatalidad griega. El horror se impone sobre los odios y amores de los protagonistas.
En “El Alcalde de Zalamea”, perfecciona el argumento de tres dramas de Lope de Vega: “Fuenteovejuna”, “Peribáñez” y “El mejor Alcalde, el rey”. Origina una situación dramática desarrollándola en un diálogo vivo y candente. Plantea un conflicto de honra, desde el punto de vista de la autoridad y la amistad, en un ambiente de diferentes posiciones sociales.
Entre sus comedias de intriga, podemos citar: “Mejor está que estaba” y “Peor está que estaba”, traducidas al inglés por Lord Bristol. También merecen nombrarse. “El astrólogo fingido”, “Guárdate del agua mansa”, “Casa con dos puertas mala es de guardar”, “Antes que todo es mi dama” y “la banda y la flor”.
En “la dama duende”, refiere las travesuras de Doña Ángela, viuda hermosa, joven y rica que vive en Madrid, en casa de sus hermanos, donde se aloja temporariamente un amigo de éstos, Don Manuel.
Falleció en Madrid, el 25 de mayo de 1681, mientras escribía sus últimos “Autos Sacramentales”, para la fiesta de Corpus Christi de aquel año.


Amistad



 Ser felices en la vida es lo más importante y lo mejor para crear felicidad es la amistad

Los amigos son como los taxis, cuando el tiempo se pone feo, es difícil encontrarlos

La esperanza en ocasiones, hace volverse loca a las personas.

Tener un amigo significa ser el quién soy, confiando del quién seré con el que está a mi lado.

La verdadera amistad es desinteresada, transparente y sincera.

Las minas van y vienen, los amigos no.

¿Qué es un amigo? Una sólo alma morando en dos cuerpos.

Amigos son ángeles que te dan alas cuando las tuyas no se acuerdan de cómo volar.

Para ser amigo del diablo no has de desear nada de él.

Amigos en la vida hay muchos, pero verdaderos solo unos pocos.

El amigo es aquel que aunque sople el viento no se mueve, que aunque no le trates bien ahí se queda, que aunque te enfades, a pesar de ello, siga regalándote una sonrisa cada día aunque las cosas se pongan feas.

Cuando tienes una amigo, lo tratas con respeto, cuando tienes un colega, abusas en exceso

La amistad es tener a alguien con quien compartir el cielo.

Las amigas que se quieren se hieren con la verdad para no destruirse con la mentira...

La verdadera amistad nace cuando desaparece el interés.

La Amistad es como el mar, puede verse el principio pero nunca el final.

La amistad es virtud o esta acompañada de ella y la mueve hacia la Belleza.

No le eches el ramo al muerto, sino la flor al vivo.

No busques un amigo para matar las horas, búscale con horas para vivir.

La amistad es como un lucero, que siempre da luz al cielo.

Los amigos no existen, existen las amistades.

Un amigo es aquel que, sin precedentes, no se deja llevar por comentarios de la gente, es algo incondicional.

La cueva de la mora


Frente al establecimiento de baños de Fitero, y sobre unas rocas cortadas a pico, a cuyos pies corre el río Alhama, se ven todavía los restos abandonados de un castillo árabe, célebre en los fastos gloriosos de la reconquista por haber sido teatro de grandes y memorables hazañas, así por parte de los que lo defendieron como de los que valerosamente clavaron sobre sus almenas el estandarte de la cruz. De los muros no quedan más que algunos ruinosos vestigios; las piedras de la atalaya han caído unas sobre otras al foso y lo han cegado por completo; en el patio de armas crecen zarzales y matas de jaramago; por todas partes adonde se vuelven los ojos no se ven más que arcos rotos, sillares oscuros y carcomidos; aquí un lienzo de barbacana, entre cuyas hendiduras nace la yedra; allí un torreón que aún se tiene en pie como por milagro; más allá los postes de argamasa con las anillas de hierro que sostenían el puente colgante.

Durante mi estancia en los baños, ya por hacer ejercicio, que, según me decían, era conveniente al estado de mi salud, ya arrastrado por la curiosidad, todas las tardes tomaba entre aquellos vericuetos el camino que conduce a las ruinas de la fortaleza árabe y allí me pasaba las horas y las horas escarbando el suelo por ver si encontraba algunas armas, dando golpes en los muros para observar si sonaba a hueco y sorprender el escondrijo de un tesoro, y metiéndome por todos los rincones, con la idea de encontrar la entrada de alguno de esos subterráneos que es fama existen en todos los castillos de los moros.

Mis diligentes pesquisas fueron por demás infructuosas.

Sin embargo, uuna tarde en que, ya desesperanzado de hallar algo nuevo y curioso en los alto de la roca sobre la que se asienta el castillo,renuncié a subir a ella, y limité mi paseo a las orillas del río que corre a sus pies, andando a lo largo de la ribera, vi una especie de boquerón abierto en la peña viva y medio oculto por frondosos y espesísimos matorrales. No sin mi poquito de temor, separé el ramaje que cubría la entrada de aquello que me pareció cueva formada por la naturaleza y que, después que anduve algunos pasos, vi era un subterráneo abierto a pico.

No pudiendo penetrar hasta el fondo, que se perdía entre las sombras, me limité a observar cuidadosamente los accidentes de la bóveda y del piso, que me pareció que se elevaba formando como unos grandes peldaños en dirección a la altura en que se halla el castillo de que ya he hecho mención, y en cuyas ruinas recordé entonces haber visto una poterna cegada. Sin duda, había descubierto uno de esos caminos secretos, tan comunes en las obras militares de aquella época, el cual debió servir para hacer salidas falsas o coger, estando sitiados, el agua del río que corre allí inmediato.

Para cerciorarme de la verdad que pudiera haber en mis inducciones, después que salí de la cueva por donde mismo había entrado, trabé conversación con un trabajador que andaba podando unas viñas en aquellos vericuetos, y al cual me acerqué so pretexto de pedirle lumbre para encender un cigarrillo.

Hablamos de varias cosas indiferentes: de las propiedades medicinales de las aguas de Fitero, de la cosecha pasada y la por venir, de las mujeres de Navarra y el cultivo de las viñas; hablamos, en fin, de todo lo que al buen hombre se le ocurrió, primero que de la cueva, objeto de mi curiosidad.

Cuando, por último, la conversación recayó sobre este punto, le pregunté si sabía de alguien que hubiese penetrado en ella y visto su fondo.

—¡Penetrar en la cueva de la Mora! —me dijo, como asombrado al oír mi pregunta—. ¿Quien había de atreverse? ¿No sabe usted que de esa sima sale todas las noches un ánima?

—¡Un ánima! —exclamé yo, sonriéndome—. ¿El ánima de quién?

— El ánima de la hija de un alcaide moro que anda todavía penando por estos lugares, y se la ve todas las noches salir vestida de blanco de esa cueva, y llena en el río una jarrica de agua.

Por explicación de aquel buen hombre vine en conocimiento de que acerca del castillo árabe y del subterráneo que yo suponía en comunicación con él había alguna historieta, y como yo soy muy amigo de oír todas estas tradiciones especialmente de labios de la gente del pueblo, le supliqué me la refiriese, lo cual hizo, poco más o menos, en los mismos términos que yo, a mi vez, se la voy a referir a mis lectores.

II

Cuando el castillo, del que ahora sólo restan algunas informes ruinas, se tenía aún por los reyes moros, y sus torres, de las que no ha quedado piedra sobre piedra, dominaban desde lo alto de la roca en que tienen asiento todo aquel fertilísimo valle que fecunda el río Alhama, tuvo lugar junto a la villa de Fitero una reñida batalla, en la cual cayó herido y prisionero de los árabes un famoso caballero cristiano, tan digno de renombre por su piedad como por su valentía.

Conducido a la fortaleza y cargado de hierros por sus enemigos, estuvo algunos días en el fondo de un calabozo luchando entre la vida y la muerte, hasta que, curado casi milagrosamente de sus heridas, sus deudos le rescataron a fuerza de oro.

Volvió el cautivo a su hogar; volvió a estrechar entre sus brazos a los que le dieron el ser. Sus hermanos de armas y sus hombres de guerra se alborozaron al verle, creyendo llegada la hora de emprender nuevos combates; pero el alma del caballero se había llenado de una profunda melancolía, y ni el cariño paterno ni los esfuerzos de la amistad eran parte a disipar su estraña melancolía.

Durante su cautiverio logró ver a la hija del alcaide moro, de cuya hermosura tenía noticias por la fama antes de conocerla; pero que cuando la hubo conocido la encontró tan superior a la idea que de ella se había formado, que no pudo resistir a la seducción de sus encantos y se enamoró perdidamente de un objeto para él imposible.

Meses y meses pasó el caballero forjando los proyectos más atrevidos y absurdos: ora imaginaba un medio de romper las barreras que lo separaban de aquella mujer, ora hacía los mayores esfuerzos por olvidarla, y ya se decidía por una cosa, ya se mostraba partidario de otra absolutamente opuesta, hasta que, al fin, un día reunió a sus hermanos y compañeros de armas, hizo llamar a sus hombres de guerra y, después de hacer con el mayor sigilo todos los aprestos necesarios, cayó de improviso sobre la fortaleza que guardaba a la hermosura objeto de su insensato amor.

Al partir a esta expedición, todos creyeron que sólo movía a su caudillo el afán de vengarse de cuanto le habían hecho sufrir arrojándole en el fondo de sus calabozos; pero después de tomada la fortaleza, no se ocultó a ninguno la verdadera causa de aquella arrojada empresa, en que tantos buenos cristianos habían perecido para contribuir al logro de una pasión indigna.

El caballero, embriagado en el amor que, al fin, logró encender en el pecho de la hermosísima mora, no hacía caso de los consejos de sus amigos, ni paraba mientes en las murmuraciones y las quejas de sus soldados. Unos y otros clamaban por salir cuanto antes de aquellos muros, sobre los cuales era natural que habían de caer nuevamente los árabes, repuestos del pánico de la sorpresa.

Y, en efecto, sucedió así: el alcaide allegó de los lugares comarcanos y una mañana el vigía que estaba puesto en la atalaya de la torre bajó a anunciar a los enamorados amantes que por toda la sierra que desde aquellas rocas se descubre se veía bajar tal nublado de guerreros, que bien podía asegurarse que iba a caer sobre el castillo la morisma entera.

La hija del alcaide se quedó al oírlo pálida como la muerte; el caballero pidió sus armas a grandes voces y todo se puso en movimiento en la fortaleza. Los soldados salieron en tumulto de sus cuadras; los jefes comenzaron a dar órdenes; se bajaron los rastrillos, se levantó el puente colgante y se coronaron de ballesteros las almenas.

Algunas horas después comenzó el asalto.

El castillo podía llamarse con razón inexpugnable. Solo por sorpresa, como se apoderaron de él los cristianos, era posible rendirlo. Resistieron, pues, sus defensores una, dos y hasta diez embestidas.

Los moros se limitaron, viendo la inutilidad de sus esfuerzos, a cercarlo estrechamente para hacer capitular a sus defensores por hambre.

El hambre comenzó, en efecto, a hacer estragos horrorosos entre los cristianos; pero sabiendo que, una vez rendido el castillo, el precio de la vida de sus defensores era la cabeza de su jefe, ninguno quiso hacerle traición, y los mismos que habían reprobado su conducta juraron perecer en su defensa.

Los moros impacientes, resolvieron dar un nuevo asalto al mediar la noche. La embestida fue rabiosa, la defensa desesperada y el choque horrible. Durante la pelea, el alcaide, partida la frente de un hachazo cayó al foso desde lo alto del muro, al que había logrado subir con la ayuda de una escala, al mismo tiempo que el caballero recibía un golpe mortal en la brecha de la barbacana, en donde unos y otros combatían cuerpo a cuerpo entre las sombras.

Los cristianos comenzaron a cejar y a replegarse. En este punto la mora se inclinó sobre su amante, que yacía en el suelo, moribundo, y tomándolo en sus brazos con unas fuerzas que hacían mayores la desesperación y la idea del peligro, lo arrastró hasta el patio de armas. Allí tocó a un resorte, se levantó una piedra como movida de un impulso sobrenatural y por la boca que dejó ver al levantarse, desapareció con su preciosa carga y comenzó a descender hasta llegar al fondo del subterráneo.

III

Cuando el caballero volvió en sí, tendió a su alrededor una mirada llena de extravío, y dijo:

—¡Tengo sed! ¡Me muero! ¡Me abraso!

Y en su delirio precursor de la muerte, de sus labios secos, al pasar por los cuales silbaba la respiración sólo se oían salir estas palabras angustiosas:

—¡Tengo sed! ¡Me abraso! ¡Agua! ¡Agua!

La mora sabía que aquel subterráneo tenía una salida al valle por donde corre el río. El valle y todas las alturas que lo coronan estaban llenos de soldados moros, que, una vez rendida la fortaleza, buscaban en vano por todas partes al caballero y a su amada para saciar en ellos su sed de exterminio. Sin embargo, no vaciló un instante, y tomando el casco del moribundo, se deslizó como una sombra por entre los matorrales que cubrían la boca de la cueva y bajó a la orilla del río.

Ya había tomado el agua, ya iba a incorporarse para volver de nuevo al lado de su amante, cuando silbó una saeta y exhaló un grito.

Dos guerreros moros que velaban alrededor de la fortaleza habían disparados sus arcos en la dirección en que oyeron moverse las ramas.

La mora, herida de muerte, logró, sin embargo, arrastrarse a la entrada del subterráneo y penetrar hasta el fondo, donde se encontraba el caballero. Éste, al verla cubierta de sangre y próxima a morir, volvió en su razón y, conociendo la enormidad del pecado que tan duramente expiaban, volvió sus ojos al cielo, tomó el agua que su amante le ofrecía y, sin acercársela a los labios, preguntó a la mora:

—¿Quieres ser cristiana? ¿Quieres morir en mi religión y, si me salvo, salvarte conmigo?

La mora, que había caído al suelo desvanecida con la falta de sangre, hizo un movimiento imperceptible con la cabeza, sobre la cual derramó el caballero el agua bautismal invocando el nombre del Todopoderoso.

Al otro día, el soldado que disparó la saeta vio un rastro de sangre a la orilla del río, y siguiéndolo entró en la cueva, donde encontró los cadáveres del caballero y su amada, que aún vienen por las noches a vagar por estos contornos.

  Gustavo Adolfo Bécquer