dimarts, 15 de febrer del 2011
Lo mejor de mi vida eres tú
Yo me siento al fin feliz
La tristeza no es para mí
Que me importan lo que viví
Si me regalan el futuro no lo quiero sin ti
Ay no me digas no
Si escondes algo dámelo
Porque llegó la hora de estar conmigo
Pues el destino así lo escribió
Si es amor, Abrázame con ganas
Si no lo es, tal vez será mañana
Estando juntos mi mundo se llena de luz
Lo mejor de mi vida eres tú
Me voy de fiesta si quieres ir (quiero ir!)
De buenos aires hasta Madrid (hay ole!)
Y sin dormirnos acabar con parís
Te juro que jamás te vas a arrepentir
Hay no me digas no
Si escondes algo dámelo
Porque llegó la hora de estar conmigo
Pues el destino así lo escribió
Si es amor, Abrázame con ganas
Si no lo es, tal vez será mañana
Estando juntos mi mundo se llena de luz
Lo mejor de mi vida eres tu
Eres tú
Dame dámelo baby
Lo mejor lo mejor
Eres tú
Suéltate el pelo y juega entre las olas (entre las olas)
Sobre la arena a la orilla del mar (la orilla del mar)
Prepárate que la noche no perdona
Ven que nos vamos de marcha otra vez
Mañana, mañana
Porque llego la hora de estar conmigo
Pues el destino así lo escribió
Si es amor, Abrázame con ganas
Si no lo es, tal vez será mañana
Estando juntos mi mundo se llena de luz
Lo mejor de mi vida eres tú
Eres tú
Dame dámelo baby
Lo mejor lo mejor lo mejor
Lo mejor de mi vida eres tu
Lo mejor de mi vida eres tu
Dame dámelo baby
Gala 4
Actuación de el favorito junto a Josh
NOMINACIONES
Duelo de Nominadas
La evolución de los concursantes se aprecia gala tras gala. Cada semana intentan superarse en el escenario y demostrar al jurado todo lo mejor de sí mismos. Aún así, los temidos jueces no pasaron ni un detalle por alto y analizaron en profundidad la actuación de cada uno de los concursantes. Unos superaron el examen con gran éxito, como fue el caso de Naxxo, Nirah o Moneiba, pero otros como Alexandra, Niccó o Josh tuvieron que aguantar el chaparrón de críticas.
Nirah y Moneiba: 'Halo'
Nirah (Noemí Galera): Nirah, bienvenida a 'Operación Triunfo', hija mía. Creo que esta semana has dejado tu frialdad en algún rincón de la Academia. Se ha notado que has trabajado a gusto con Moneiba y daba gusto ver como te brillaban los ojos en el escenario. Creo que has cantado muy bien, muy bien, muy bien y te felicito, aunque es la primera actuación y hay que esperar a ver qué hacen tus compañeros, pero me has gustado mucho.Moneiba (José Antonio Abellán): Coincido con Noemí, me has gustado mucho, pero con este despliegue y este pedazo de canción, yo la hubiera desarrollado más y la hubiera llevado a otro palo, no me hubiera quedado con la imitación. También creo que si la hubierais cantado cada una por separado hubiera quedado mucho mejor, pero bueno, me ha gustado mucho.
Josh: 'Kamikaze'
Josh (Eva Perales): No sé si te voy a llamar Joshua a partir de ahora, porque cada día me despistas más. Esta semana has tenido un día más para preparar la canción, una canción que precisamente era de su lista. Además, por temas internos la has podido hacer a tu manera y aún así, vas y la cagas. Definitivamente, a partir de ahora te voy a llamar Joshua. El día que vuelva Josh, te volveré a llamar Josh. De momento, nene, no escoges bien tus novias, has destrozado la canción.Nahuel: 'Voy a perder la cabeza por tu amor'
Nahuel (Noemí Galera): Está claro que te hemos mareado con cantar moderno y antiguo, encika vamos y te damos un bolero par rematarlo. Aunque has tenido suerte porque era del 78, del 50 te matamos. Has hecho la versión Nahuel, no sé si moderno o antiguo, pero ha sido tu versión. Has trabajado muy bien la expresividad, miradas, sonrisa, has estado como eres tú y a mí me has gustado. Ya veremos qué pasa.
Juan Delgado y Geno: 'Lo mejor de mi vida eres tú'
Juan Delgado (José Antonio Abellán): Me ha encantado el final de la canción. Juan, no puedo decir nada malo, pero espero que nadie le haya cantado esta canción a su pareja por San Valentín. El final muy original, bien.Geno (Eva Perales): No me esperaba lo del beso, viéndoos a los dos cantando esta canción, diciendo eso de 'Lo mejor de mi vida eres tú', de Juan me lo he creído, pero de Geno no, la he visto muy correcta. Con ella me pasa, no que 'sufrocomogeno', sino que 'sufrocongeno'. Has entrado en el programa, es una segunda oportunidad para reinventarse y no debes perderla, la Geno que entró ya sabemos como es y yo quiero ver a la nueva Geno, no a la que sufre, a la sincera, a la de verdad. En ese mensaje Juan lo ha hecho mejor, pero me ha encantado.
Niccó: 'All the lovers'
Niccó (Noemí Galera): Por fin has cantado en solitario. Te ha tocado un tema sin complicación vocal a priori, agradecido, con el que podías mostrar la sensualidad y lucirte. ¿Crees que lo has hecho? De todas maneras, lo tenías todo a huevo y en 'OT' las oportunidades tienen que aprovecharse. Por ahora, no puedo decirte nada más, tendrás que esperar a las nominaciones para saber nuestra opinión final.Naxxo: 'Bad moon rising'
Naxxo (José Antonio Abellán): Eres un privilegiado porque te ha tocado una canción de, la que yo creo, la banda más grande de la historia del rock and roll, de hecho la banda más versionada en la historia de la música. Si hubieras estado en una orquesta en la costa de Mallorca, en Benidorm o en Málaga, yo te pondría un diez alto. Echo de menos, y no el malo, pero echo de menos que no hayas cantado tú, estoy seguro que puedes hacerlo más tú, has ido hacia John Fogerty, que de hecho si cierras los ojos eras John Fogerty cantando. Enhorabuena por la elección de la canción en este caso y enhorabuena porque ha sonado a rock and roll.Coraluna y Ramil: 'La bien pagá'
Coraluna (Eva Perales): Te tengo que decir que estoy alucinada del manejo del abanico y de tu 'acting', de cómo te has puesto en tu piel, ya no sé si eras la prostituta o no, lo que sí tengo claro, Coraluna, es que esta semana has sido tú misma. Has vuelto a tus orígenes y no sé yo si estás mejor guiada. Cada semana has ido progresando, yendo hacia un lugar más bonito y esperaba que hoy me sorprendieras como las otras semanas. Pero bueno, queda mucha noche, mucho amor y mucha nominación, pero me has gustado.Jefferson y Alexandra: 'Man in the mirror'
Jefferson (Noemí Galera): Esto es un temazo de la historia de la música, Michael Jackson, palabras mayores. Me habéis dejado un pelín fría. Esperábamos un poco más de ti, has estado correcto, pero sabemos que puedes dar mucho más. No sabemos si es ese exceso de confianza que tienes en ti mismo, sabes que lo puedes hacer bien, al menos lo que me llega es que eres un tío seguro, disimulas muy bien la inseguridad. Lo que sí es cierto, es que desde luego las clases de Màxim Huerta os han servido de mucho, porque estáis muy sueltos. En cualquier caso, esperaba más de tu actuación y no sé puedes dar mucho más de ti, ahí me quedo, veremos qué pasa luego.Alexandra (José Antonio Abellán): Estamos de acuerdo que quien elige la canción y quien os la asigna no es un amigo, es una canción que cualquiera que hubiera osado interpretar, pues es una frivolidad, porque quieras que no cualquiera va a comparar en el subconsciente con la versión original o con cualquiera de las versiones que Michael Jackson ha hecho. Si esto en vez de ser 'OT' con Pilar Rubio hubiera sido 'Menudas Estrellas' con Bertín Osborne, hubiera quedado hasta bien, pero yo creo que aquí se podría o se debería exigir un poco más. Estaba acordándome de Chenoa, que hizo una versión de esta canción que no tiene nada que ver con la original en cuanto a la estructura, que la grabó en directo en la sala Galileo de Madrid, y era distinto a todo, aquello sorprendía y no te acordabas tanto de Michael Jackson. Creo que ha sido un error la elección de la canción, pero bueno, como decía Noemí, a ver qué pasa.
Roxio: 'Aguas de marzo'
Roxío (Eva Perales): Lo que te pasa se nota, encima de ese escenario, tu falta de seguridad, tu no saber si estoy haciendo lo correcto, se nota cuando cantas. Tienes una virtud que es un inconveniente, eres transparente cantando. Sé inteligente, cura eso que tienes dentro, aprovecha la oportunidad que sois muy poquitos los que tenéis esta oportunidad, comete ese miedo y disfruta, Roxio, disfruta, para tú tranquilidad, todos los artistas tienen un pasado del que reniegan, piensan si empezaron haciendo lo que deberían hacer y que tú te lo plantees es un signo de que eres una gran artista.Álex: 'Fever'
Álex (José Antonio Abellán): 'Enciende las luces, tu mamá no está en casa. Estoy harto de acostarme solo, metámonos en tu coche, solos tú y yo y las estrellas y hagamos un menage a troi'. Es como la de 'Qué alegría de cuando me dijeron' pero en rápido. Y con el matrimonio de esta casa con Digital +, si son listos la aprovecharán para la promo de los viernes por la noche, ya te lo digo yo. Me ha encantado y, con vuestro permiso, quiero aplaudirle también a Marco, que el otro día se quedó algo mosqueado conmigo. Cuando las cosas están bien hechas, bien parecen. Enhorabuena.Lamentaciones de otoño
I
Como tantas cosas lejanas
que se acercan sin un rumor,
llegaron las primeras canas
y quizás el último amor.
El amor que pasó deprisa,
y el que nunca llegó a pasar,
entristecieron mi sonrisa
igual que un ciego frente al mar.
Yo sonaba con un cariño
que acaso tuve y se me fue,
y me eché a llorar como un niño
que llora sin saber por qué.
Hoy asoman rostros extraños
sobriamente frente a mí:
Hoy llegan los años huraños
diciéndome: «Estamos aquí».
que se acercan sin un rumor,
llegaron las primeras canas
y quizás el último amor.
El amor que pasó deprisa,
y el que nunca llegó a pasar,
entristecieron mi sonrisa
igual que un ciego frente al mar.
Yo sonaba con un cariño
que acaso tuve y se me fue,
y me eché a llorar como un niño
que llora sin saber por qué.
Hoy asoman rostros extraños
sobriamente frente a mí:
Hoy llegan los años huraños
diciéndome: «Estamos aquí».
II
Y he de morir soñando cosas
que deseé y no conseguí...
Y seguirán naciendo rosas,
pero no serán para mí.
Yo buscaba las cosas bellas
sin importarme en qué lugar.
Y otros mirarán las estrellas
que yo no volveré a mirar.
Y nombrar lo que no se nombra
—un gran silencio y una cruz—,
y penetrar en esa sombra,
yo, que he amado tanto la luz.
que deseé y no conseguí...
Y seguirán naciendo rosas,
pero no serán para mí.
Yo buscaba las cosas bellas
sin importarme en qué lugar.
Y otros mirarán las estrellas
que yo no volveré a mirar.
Y nombrar lo que no se nombra
—un gran silencio y una cruz—,
y penetrar en esa sombra,
yo, que he amado tanto la luz.
III
Tanto sueños que ya se han ido
y que jamás han de volver...
Empezar a morir de olvido,
¡oh, noche sin amanecer!
Apasionadas noches locas,
indeciblemente sin par...
Pero otros besarán las bocas
que yo dejaré de besar.
Agridulce sabor del beso,
áurea isla sin latitud:
Aunque sólo sea por eso,
no te me vayas, ¡Juventud!
No te me vayas todavía,
porque no me quiero quedar
triste de ensueño y de armonía,
igual que un ciego frente al mar.
y que jamás han de volver...
Empezar a morir de olvido,
¡oh, noche sin amanecer!
Apasionadas noches locas,
indeciblemente sin par...
Pero otros besarán las bocas
que yo dejaré de besar.
Agridulce sabor del beso,
áurea isla sin latitud:
Aunque sólo sea por eso,
no te me vayas, ¡Juventud!
No te me vayas todavía,
porque no me quiero quedar
triste de ensueño y de armonía,
igual que un ciego frente al mar.
José Ángel Buesa
Razón de amor
¿Fue como beso o llanto?
¿Nos hallamos
con las manos, buscándonos
a tientas, con los gritos,
clamando; con las bocas
que el vacío besaban?
¿Fue un choque de materia
y materia, combate
de pecho contra pecho,
que a fuerza de contactos
se convirtió en victoria
gozosa de los dos,
en prodigioso pacto
de tu ser con mi ser
enteros?
¿O tan sencillo fue,
tan sin esfuerzo, como
una luz que se encuentra
con otra luz, y queda
iluminado el mundo,
sin que nada se toque?
Ninguno lo sabemos.
Ni el dónde. Aquí, en las manos,
como las cicatrices,
allí, dentro del alma,
como un alma del alma,
pervive el prodigioso
saber que nos hallamos,
y que su dónde está
para siempre cerrado.
Ha sido tan hermoso
que no sufre memoria,
como sufren las fechas,
los nombres o las líneas.
Nada en ese milagro
podría ser recuerdo:
porque el recuerdo es
la pena de sí mismo,
el dolor del tamaño,
del tiempo, y todo fue
eternidad: relámpago.
Si quieres recordarlo
no sirve el recordar.
Sólo vale vivir
de cara hacia ese dónde,
queriéndolo, buscándolo.
¿Nos hallamos
con las manos, buscándonos
a tientas, con los gritos,
clamando; con las bocas
que el vacío besaban?
¿Fue un choque de materia
y materia, combate
de pecho contra pecho,
que a fuerza de contactos
se convirtió en victoria
gozosa de los dos,
en prodigioso pacto
de tu ser con mi ser
enteros?
¿O tan sencillo fue,
tan sin esfuerzo, como
una luz que se encuentra
con otra luz, y queda
iluminado el mundo,
sin que nada se toque?
Ninguno lo sabemos.
Ni el dónde. Aquí, en las manos,
como las cicatrices,
allí, dentro del alma,
como un alma del alma,
pervive el prodigioso
saber que nos hallamos,
y que su dónde está
para siempre cerrado.
Ha sido tan hermoso
que no sufre memoria,
como sufren las fechas,
los nombres o las líneas.
Nada en ese milagro
podría ser recuerdo:
porque el recuerdo es
la pena de sí mismo,
el dolor del tamaño,
del tiempo, y todo fue
eternidad: relámpago.
Si quieres recordarlo
no sirve el recordar.
Sólo vale vivir
de cara hacia ese dónde,
queriéndolo, buscándolo.
Pedro Salinas
El caracol y el rosal
Alrededor del jardín había un seto de avellanos, y al otro lado del seto se extendía n los campos y praderas donde pastaban las ovejas y las vacas. Pero en el centro del jardín crecía un rosal todo lleno de flores, y a su abrigo vivía un caracol que llevaba todo un mundo dentro de su caparazón, pues se llevaba a sí mismo.
–¡Paciencia! –decía el caracol–. Ya llegará mi hora. Haré mucho más que dar rosas o avellanas, muchísimo más que dar leche como las vacas y las ovejas. –Esperamos mucho de ti –dijo el rosal–. ¿Podría saberse cuándo me enseñarás lo que eres capaz de hacer?
–Me tomo mi tiempo –dijo el caracol–; ustedes siempre están de prisa. No, así no se preparan las sorpresas.
Un año más tarde el caracol se hallaba tomando el sol casi en el mismo sitio que antes, mientras el rosal se afanaba en echar capullos y mantener la lozanía de sus rosas, siempre frescas, siempre nuevas. El caracol sacó medio cuerpo afuera, estiró sus cuernecillos y los encogió de nuevo.–¡Paciencia! –decía el caracol–. Ya llegará mi hora. Haré mucho más que dar rosas o avellanas, muchísimo más que dar leche como las vacas y las ovejas. –Esperamos mucho de ti –dijo el rosal–. ¿Podría saberse cuándo me enseñarás lo que eres capaz de hacer?
–Me tomo mi tiempo –dijo el caracol–; ustedes siempre están de prisa. No, así no se preparan las sorpresas.
–Nada ha cambiado –dijo–. No se advierte el más insignificante progreso. El rosal sigue con sus rosas, y eso es todo lo que hace.
Pasó el verano y vino el otoño, y el rosal continuó dando capullos y rosas hasta que llegó la nieve. El tiempo se hizo húmedo y hosco. El rosal se inclinó hacia la tierra; el caracol se escondió bajo el suelo.
Luego comenzó una nueva estación, y las rosas salieron al aire y el caracol hizo lo mismo.
–Ahora ya eres un rosal viejo –dijo el caracol–. Pronto tendrás que ir pensando en morirte. Ya has dado al mundo cuanto tenías dentro de ti. Si era o no de mucho valor, es cosa que no he tenido tiempo de pensar con calma. Pero está claro que no has hecho nada por tu desarrollo interno, pues en ese caso tendrías frutos muy distintos que ofrecernos. ¿Qué dices a esto? Pronto no serás más que un palo seco… ¿Te das cuenta de lo que quiero decirte?
–Me asustas –dijo el rosal–. Nunca he pensado en ello.
–Claro, nunca te has molestado en pensar en nada. ¿Te preguntaste alguna vez por qué florecías y cómo florecías, por qué lo hacías de esa manera y de no de otra?
–No –contestó el caracol–. Florecía de puro contento, porque no podía evitarlo. ¡El sol era tan cálido, el aire tan refrescante!… Me bebía el límpido rocío y la lluvia generosa; respiraba, estaba vivo. De la tierra, allá abajo, me subía la fuerza, que descendía también sobre mí desde lo alto. Sentía una felicidad que era siempre nueva, profunda siempre, y así tenía que florecer sin remedio. Tal era mi vida; no podía hacer otra cosa.
–Tu vida fue demasiado fácil –dijo el caracol.
–Cierto –dijo el rosal–. Me lo daban todo. Pero tú tuviste más suerte aún. Tú eres una de esas criaturas que piensan mucho, uno de esos seres de gran inteligencia que se proponen asombrar al mundo algún día.
–No, no, de ningún modo –dijo el caracol–. El mundo no existe para mí. ¿Qué tengo yo que ver con el mundo? Bastante es que me ocupe de mí mismo y en mí mismo.
–¿Pero no deberíamos todos dar a los demás lo mejor de nosotros, no deberíamos ofrecerles cuanto pudiéramos? Es cierto que no te he dado sino rosas; pero tú, en cambio, que posees tantos dones, ¿qué has dado tú al mundo? ¿Qué puedes darle?
–¿Darle? ¿Darle yo al mundo? Yo lo escupo. ¿Para qué sirve el mundo? No significa nada para mí. Anda, sigue cultivando tus rosas; es para lo único que sirves. Deja que los castaños produzcan sus frutos, deja que las vacas y las ovejas den su leche; cada uno tiene su público, y yo también tengo el mío dentro de mí mismo. ¡Me recojo en mi interior, y en él voy a quedarme! El mundo no me interesa.
Y con estas palabras, el caracol se metió dentro de su casa y la selló.
–¡Qué pena! –dijo el rosal–. Yo no tengo modo de esconderme, por mucho que lo intente. Siempre he de volver otra vez, siempre he de mostrarme otra vez en mis rosas. Sus pétalos caen y los arrastra el viento, aunque cierta vez vi cómo una madre guardaba una de mis flores en su libro de oraciones, y cómo una bonita muchacha se prendía otra al pecho, y cómo un niño besaba otra en la primera alegría de su vida. Aquello me hizo bien, fue una verdadera bendición. Tales son mis recuerdos, mi vida.
Y el rosal continuó floreciendo en toda su inocencia, mientras el caracol dormía allá dentro de su casa. El mundo nada significaba para él.
Y pasaron los años.
El caracol se había vuelto tierra en la tierra, y el rosal tierra en la tierra, y la memorable rosa del libro de oraciones había desaparecido… Pero en el jardín brotaban los rosales nuevos, y los nuevos caracoles se arrastraban dentro de sus casas y escupían al mundo, que no significaba nada para ellos.
¿Empezamos otra vez nuestra historia desde el principio? No vale la pena; siempre sería la misma.
De Hans Christian Andersen .
Refranes
A heredad vieja, heredero nuevo.
A hija casada, los yernos a la puerta.
A hijo malo, pan y palo.
A hombre de dos caras, hombre de buena espalda.
A hombre de dos caras, rayo que lo parta.
A hombre desgarbado, dale de lado.
A hombre hablador e indiscreto no confíes tu secreto.
A hombre recién levantado, ni le propongas negocios ni le pidas un prestado.
A honra demasiada, interés hay encubierto.
A hora mala no ladran canes.
A hortelano tonto, patatas gordas
A invierno lluvioso, verano abundoso.
A iros de mi casa y ¿qué queréis con mi mujer?, no hay que responder.
A la aguja buen hilo, y a la mujer buen marido.
A la ballena todo le cabe y nada la llena.
A la bestia cargada el sobornal la mata.
A la boda del herrero, cada cual con su hierro.
A la borrica arrodillada, doblarle la carga.
A la bota, darle el beso después del queso.
A la buena casada, sólo su marido le agrada.
A la buena mujer, poco freno le basta.
A la cabeza, el comer la endereza.
A la cama no te irás sin saber una cosa más.
A la cara más fea, la alegría la hermosea.
A la chita callando, hay quien se va aprovechando.
A la col, tocino, y al tocino, vino.
A la corta o a la larga cae el burro con la carga.
A la corta o a la larga el galgo a su liebre mata.
A la cuarta, ni los bueyes.
A la culpa, sigue la disculpa.
A la dama hermosa, por el pico le entra la rosa.
A la fuerza ahorcan.
A la fuerza, ni los bueyes.
A la galga y a la mujer, no le des la carne a ver.
A la gallina apriétale el puño y apretarte bien el culo.
A la gallina y a la mujer le sobran nidos donde poner.
A la guerra, con la guerra.
A la herradura que mucho suena, algún clavo le falta.
A la hija mala, dineros y a casarla.
A la hija muda, su madre la entiende.
A la hija traviesa, con azotes se endereza.
A la justicia y a la inquisición chitón.
A la larga el galgo a la liebre mata.
A la larga todo se sabe.
A la larga, lo más dulce amarga.
A la leche nada le eches; pero le dice la leche al aguardiente: ¡Déjate caer, valiente!
A la lengua y a la serpiente hay que temerles.
A la lumbre y al fraile no hurgarle.
A la luz de la tea, no hay mujer fea.
A la mala costumbre, quebrarle la pierna.
A la mala hilandera, la rueca le hace dentera.
A la mar madera, y huesos a la tierra.
A la miel, golosas, y al aceite, hermosas.
A la mona que te trae el plato no le mires el rabo.
A la moza ser buena, y al mozo el oficio, no les puede dar mayor Beneficio.
A la moza y a la mula, por la boca le entra la hermosura.
A la moza y al fraile, que no les de el aire.
A la muerte no hay cosechador que la coseche.
A la muerte no hay que temerle ni buscarla, únicamente esperarla.
A la muerte pelada no hay puerta cerrada.
A la mujer bailar y al burro rebuznar, el diablo no les debió enseñar.
A la mujer barbuda o muy velluda, el diablo la sacuda.
A la mujer barbuda, de lejos se la saluda.
A la mujer bella y honesta, casarse poco le cuesta.
A la mujer brava, la soga larga.
A la mujer casada, nunca le falta novio.
A la mujer casta, Dios le basta.
A la mujer del carnicero le medra la carne en la mano.
A la mujer dile tu amor una vez, que el diablo se lo dirá diez.
A la mujer fea, el oro la hermosea.
A la mujer hay que tenerla bien comida, bien amada y bien vestida.
A la mujer honrada su propia estima le basta.
A la mujer loca, más le agrada el pandero que la toca.
A la mujer muy casera, el marido bien la quiera.
A la mujer pedigüeña ponla donde habita la cigüeña.
A la mujer pedigüeña, la persigue la cigüeña.
A la mujer ventanera, tuércele el cuello si la quieres buena.
A la mujer y a la cabra, soga larga. Pero sin perderla de vista.
A la mujer y a la guitarra hay que templarla para usarla.
A la mujer y a la lechuga, por la cintura.
A la mujer y al ladrón, quitarles la ocasión.
A la mujer y al viento, pocas veces y con tiento.
A la necesidad no hay ley.
A la oveja mansa, cada cordero la mama.
A la puta y al barbero, nadie los quiere viejos.
A la que a su marido encornuda, Señor y tú la ayuda.
A la que bien baila, con poco son le basta.
A la que fue flor, algo le queda de olor.
A la que tenga más de treinta, no la pretendas.
A hija casada, los yernos a la puerta.
A hijo malo, pan y palo.
A hombre de dos caras, hombre de buena espalda.
A hombre de dos caras, rayo que lo parta.
A hombre desgarbado, dale de lado.
A hombre hablador e indiscreto no confíes tu secreto.
A hombre recién levantado, ni le propongas negocios ni le pidas un prestado.
A honra demasiada, interés hay encubierto.
A hora mala no ladran canes.
A hortelano tonto, patatas gordas
A invierno lluvioso, verano abundoso.
A iros de mi casa y ¿qué queréis con mi mujer?, no hay que responder.
A la aguja buen hilo, y a la mujer buen marido.
A la ballena todo le cabe y nada la llena.
A la bestia cargada el sobornal la mata.
A la boda del herrero, cada cual con su hierro.
A la borrica arrodillada, doblarle la carga.
A la bota, darle el beso después del queso.
A la buena casada, sólo su marido le agrada.
A la buena mujer, poco freno le basta.
A la cabeza, el comer la endereza.
A la cama no te irás sin saber una cosa más.
A la cara más fea, la alegría la hermosea.
A la chita callando, hay quien se va aprovechando.
A la col, tocino, y al tocino, vino.
A la corta o a la larga cae el burro con la carga.
A la corta o a la larga el galgo a su liebre mata.
A la cuarta, ni los bueyes.
A la culpa, sigue la disculpa.
A la dama hermosa, por el pico le entra la rosa.
A la fuerza ahorcan.
A la fuerza, ni los bueyes.
A la galga y a la mujer, no le des la carne a ver.
A la gallina apriétale el puño y apretarte bien el culo.
A la gallina y a la mujer le sobran nidos donde poner.
A la guerra, con la guerra.
A la herradura que mucho suena, algún clavo le falta.
A la hija mala, dineros y a casarla.
A la hija muda, su madre la entiende.
A la hija traviesa, con azotes se endereza.
A la justicia y a la inquisición chitón.
A la larga el galgo a la liebre mata.
A la larga todo se sabe.
A la larga, lo más dulce amarga.
A la leche nada le eches; pero le dice la leche al aguardiente: ¡Déjate caer, valiente!
A la lengua y a la serpiente hay que temerles.
A la lumbre y al fraile no hurgarle.
A la luz de la tea, no hay mujer fea.
A la mala costumbre, quebrarle la pierna.
A la mala hilandera, la rueca le hace dentera.
A la mar madera, y huesos a la tierra.
A la miel, golosas, y al aceite, hermosas.
A la mona que te trae el plato no le mires el rabo.
A la moza ser buena, y al mozo el oficio, no les puede dar mayor Beneficio.
A la moza y a la mula, por la boca le entra la hermosura.
A la moza y al fraile, que no les de el aire.
A la muerte no hay cosechador que la coseche.
A la muerte no hay que temerle ni buscarla, únicamente esperarla.
A la muerte pelada no hay puerta cerrada.
A la mujer bailar y al burro rebuznar, el diablo no les debió enseñar.
A la mujer barbuda o muy velluda, el diablo la sacuda.
A la mujer barbuda, de lejos se la saluda.
A la mujer bella y honesta, casarse poco le cuesta.
A la mujer brava, la soga larga.
A la mujer casada, nunca le falta novio.
A la mujer casta, Dios le basta.
A la mujer del carnicero le medra la carne en la mano.
A la mujer dile tu amor una vez, que el diablo se lo dirá diez.
A la mujer fea, el oro la hermosea.
A la mujer hay que tenerla bien comida, bien amada y bien vestida.
A la mujer honrada su propia estima le basta.
A la mujer loca, más le agrada el pandero que la toca.
A la mujer muy casera, el marido bien la quiera.
A la mujer pedigüeña ponla donde habita la cigüeña.
A la mujer pedigüeña, la persigue la cigüeña.
A la mujer ventanera, tuércele el cuello si la quieres buena.
A la mujer y a la cabra, soga larga. Pero sin perderla de vista.
A la mujer y a la guitarra hay que templarla para usarla.
A la mujer y a la lechuga, por la cintura.
A la mujer y al ladrón, quitarles la ocasión.
A la mujer y al viento, pocas veces y con tiento.
A la necesidad no hay ley.
A la oveja mansa, cada cordero la mama.
A la puta y al barbero, nadie los quiere viejos.
A la que a su marido encornuda, Señor y tú la ayuda.
A la que bien baila, con poco son le basta.
A la que fue flor, algo le queda de olor.
A la que tenga más de treinta, no la pretendas.