dimecres, 9 de febrer del 2011

Recomenzar

Perdí un juguete que me acompañó en mi infancia, pero gané el
recuerdo del amor de quien me hizo ese regalo.

Perdí mis privilegios y fantasías de niño, pero gané la oportunidad
de crecer y vivir libre.

Perdí a mucha gente que quise y que amo todavía, pero gané el
cariño y el ejemplo de sus vidas.

Perdí momentos únicos porque lloraba en vez de sonreír, pero
descubrí que es sembrando amor, como se cosecha amor.

Perdí muchas veces, muchas cosas en mi vida; pero junto con
ese "perder" hoy intento el valor de "ganar". Porque siempre es

posible luchar por lo que soñamos y porque siempre hay tiempo
para empezar de nuevo.

No importa en que momento te cansaste. Lo que importa es que
siempre es necesario recomenzar. Recomenzar es darse una nueva
oportunidad, es renovar las esperanzas en la vida y lo más importante... es creer en uno mismo.

¿Sufriste mucho en algún período?... fue aprendizaje.

¿Lloraste mucho?... sirvió para limpiar el alma.

¿Sentiste rencor?... fue para aprender a perdonar.

¿Estuviste solo en un momento?... tal vez fue porque cerraste la puerta.

¿Te sentíste solo?... mirá alrededor y encontrarás mucha gente que
espera tu sonrisa para acercarse más a ti.

Hoy es un excelente día para comenzar un nuevo proyecto de vida.

Mirá alto, sueñá alto, anhelá lo mejor; la vida nos trae lo que
anhelamos. Si pensamos pequeño, vendrá lo pequeño. Si pensamos
firme en lo mejor, en positivo y luchamos para alcanzarlo, eso llegará.

Recuerdá que aquellos seres cuyas vidas has tocado y aquellos otros
que te han dejado su huella, siempre ocuparán un lugar especial en tu
corazón.

Arrojá lo malo a la basura, limpiá tu corazón y estarás listo para una
nueva vida y para un nuevo amor.

Si toda la vida es un camino y toda la vida es una búsqueda, aceptá
(aunque duela) que toda la vida es una despedida. Y eso es crecer y
acercarse a la plenitud.

Despedirte de lo bueno que viviste, sin temor al futuro.

Despedirte es dejar correr el río de la vida, que se lleva las aguas que
estás viendo, para que aparezcan ante tus ojos aguas que todavía no
viste y que están viniendo.

Confiá en la vida, confiá en ti y ... ¡recomienzá!




Testamento

Testamento de Mario Benedetti

Yo...con la salud algo quebrantada y no sé si recuperable, dejo a mi segunda mujer mis brazos y mis piernas, en recuerdo de que con unos y con otras la abarqué y la ceñí, la incorporé a mi territorio, la gocé y logré que me gozara.

También le dejo mis rabietas de verdugo y mis caricias de arrepentido; mis hoscas vigilias y mis nocturnos de minucioso amador; la melancolía que me provocan sus ausencias y el cielo abierto que acompañan sus regresos; la garantía de saberla dormida a mi lado y la certeza de que velará mi último sueño.

Yo..dejo también una canción cadenciosa y pegadiza que mi madre cantaba en la cocina mientras revolvía el dulce de leche casero; dejo un cristal con lluvia que me ponía alegremente melancólico; dejo un insomnio con luna creciente y dos estrellas; dejo la campanilla con la que llamaba a la esquiva buena suerte; dejo una tijerita de acero inoxidable con la que, a través de los años, me fui cortando tres o cuatro tipos de bigote.

Dejo el cenicero de Murano que recogió sin inmutarse las cenizas de mis frustraciones; dejo todos mis apodos y mis remordimientos clandestinos; dejo una ficha de ruleta para que alguien la apueste al treinta y dos; dejo el relámpago de la memoria que a veces ilumina los baldíos de mi conciencia; dejo el cuaderno Tabaré cuadriculado donde fui anotando mis vagos presentimientos; dejo un ejemplar del Quijote en papel biblia con notas al margen que testimonian mi aburrida admiración.

Dejo los gemelos de oro que me regalaron para mi segunda boda y que nunca estrené pues uso camisas de manga corta; dejo la cadenita de mi pobre perro que murió hace tres años porque no supo soportar su viudez; dejo un encuadernado ejemplar de la "Oda al Carajo", única obra maestra del ubicuo bandolero que escribió nuestro himno y el de Paraguay; dejo el antiguo calzador de mango largo que uso en mis temporadas de lumbago; dejo mi valiosa colección de arrugadas expectativas.

Dejo un cajoncito de cartas recibidas y otro cajoncito con copias de las cartas que no me contestaron; dejo un termómetro enigmático y maravilloso porque siempre nos fue imposible leer en él la temperatura nuestra de cada día; dejo la acogedora sonrisa de la preciosa pero intocable mujer de un amigo que es campeón de karate; dejo el único piojo solitario, anacoreta, que ingresó hace doce años en mi geografía corporal y al que ultimé sin la menor piedad ecologista.

Dejo un plano muy bonito de Montevideo, recuerdo de una época poscolonial y pre-Moon; dejo mi horóscopo, con sus pronósticos nunca confirmados; dejo un papel secante con la firma (invertida) de un ministro del ramo; dejo un caracol gigante, recogido en una playa oceánica que antes de expirar me miró con la tristeza de su odio salado; dejo una antena de TV, que sólo aportó inéditos fantasmas a mi pantalla.

Dejo las ojeras de mi hipocondría y los ardides de mi falso olvido; dejo un decilitro de ola atlántica que guardo en un frasco verdiazul para que no extrañe; dejo un sueño erótico y su verdad desnuda, por cierto inalcanzable en la arropada vigilia; dejo una bofetada femenina, injusta y perfumada; dejo una patria sin himno ni bandera pero con cielo y suelo.

Dejo la culpa que no tuve y la que tuve, ya que después de todo son mellizas; dejo mi brújula con la advertencia de que el norte es el sur y viceversa; dejo mi calle y su empedrado; dejo mi esquina y su sorpresa; dejo mi puerta con sus cuatro llaves; dejo mi umbral con tus pisadas tenues; dejo por fin mi dejadez.



Mario Benedetti

Un relato de amor

Se trata de dos hermosos jóvenes que se pusieron de novios cuando ella tenía trece y él dieciocho. Vivían en un pueblito de leñadores situado al lado de una montaña. Él era alto, esbelto y musculoso, dado que había aprendido a ser leñador desde la infancia. Ella era rubia, de pelo muy largo, tanto que le llegaba hasta la cintura; tenía los ojos celestes, hermosos y maravillosos..

La historia cuenta que habían noviado con la complicidad de todo el pueblo. Hasta que un día, cuando ella tuvo dieciocho y él veintitrés, el pueblo entero se puso de acuerdo para ayudar a que ambos se casaran.

Les regalaron una cabaña, con una parcela de árboles para que él pudiera trabajar como leñador. Después de casarse se fueron a vivir allí para la alegría de todos, de ellos, de su familia y del pueblo, que tanto había ayudado en esa relación.

Y vivieron allí durante todos los días de un invierno, un verano, una primavera y un otoño, disfrutando mucho de estar juntos. Cuando el día del primer aniversario se acercaba, ella sintió que debía hacer algo para demostrarle a él su profundo amor. Pensó hacerle un regalo que significara esto. Un hacha nueva relacionaría todo con el trabajo; un pulóver tejido tampoco la convencía, pues ya le había tejido pulóveres en otras oportunidades; una comida no era suficiente agasajo…

Decidió bajar al pueblo para ver qué podía encontrar allí y empezó a caminar por las calles. Sin embargo, por mucho que caminara no encontraba nada que fuera tan importante y que ella pudiera comprar con las monedas que, semanas antes, había ido guardando de los vueltos de las compras pensando que se acercaba la fecha del aniversario.

Al pasar por una joyería, la única del pueblo, vio una hermosa cadena de oro expuesta en la vidriera. Entonces recordó que había un solo objeto material que él adoraba verdaderamente, que él consideraba valioso. Se trataba de un reloj de oro que su abuelo le había regalado antes de morir.

Desde chico, él guardaba ese reloj en un estuche de gamuza, que dejaba siempre al lado de su cama. Todas las noches abría la mesita de luz, sacaba del sobre de gamuza aquel reloj, lo lustraba, le daba un poquito de cuerda, se quedaba escuchándolo hasta que la cuerda se terminaba, lo volvía a lustrar, lo acariciaba un rato y lo guardaba nuevamente en el estuche.

Ella pensó: "Que maravilloso regalo sería esta cadena de oro para aquel reloj." Entró a preguntar cuánto valía y, ante la respuesta, una angustia la tomó por sorpresa. Era mucho más dinero del que ella había imaginado, mucho más de lo que ella había podido juntar. Hubiera tenido que esperar tres aniversarios más para poder comprárselo. Pero ella no podía esperar tanto.

Salió del pueblo un poco triste, pensando qué hacer para conseguir el dinero necesario para esto. Entonces pensó en trabajar, pero no sabía cómo; y pensó y pensó, hasta que, al pasar por la única peluquería del pueblo, se encontró con un cartel que decía: "Se compra pelo natural". Y como ella tenía ese pelo rubio, que no se había cortado desde que tenía diez años, no tardó en entrar a preguntar.

El dinero que le ofrecían alcanzaba para comprar la cadena de oro y todavía sobraba para una caja donde guardar la cadena y el reloj. No dudó. Le dijo a la peluquera:

- Si dentro de tres días regreso para venderle mi pelo, ¿usted me lo compraría?

- Seguro – fue la respuesta.

- Entonces en tres días estaré aquí.

Regresó a la joyería, dejó reservada la cadena y volvió a su casa. No dijo nada.

El día del aniversario, ellos dos se abrazaron un poquito más fuerte que de costumbre. Luego, él se fue a trabajar y ella bajó al pueblo.

Se hizo cortar el pelo bien corto y, luego de tomar el dinero, se dirigió a la joyería. Compró allí la cadena de oro y la caja de madera. Cuando llegó a su casa, cocinó y esperó que se hiciera la tarde, momento en que él solía regresar.

A diferencia de otras veces, que iluminaba la casa cuando él llegaba, esta vez ella bajó las luces, puso sólo dos velas y se colocó un pañuelo en la cabeza. Porque él también amaba su pelo y ella no quería que él se diera cuenta de que se lo había cortado. Ya habría tiempo después para explicárselo.

Él llegó. Se abrazaron muy fuerte y se dijeron lo mucho que se querían. Entonces, ella sacó de debajo de la mesa la caja de madera que contenía la cadena de oro para el reloj. Y él fue hasta el ropero y extrajo de allí una caja muy grande que le había traído mientras ella no estaba. La caja contenía dos enormes peinetones que él había comprado… vendiendo el reloj de oro del abuelo.

Si ustedes creen que el amor es sacrificio, por favor, no se olviden de esta historia.

"El amor no está en nosotros para sacrificarse por el otro, sino para disfrutar de su existencia."


Autor: Jorge Bucay 
 
 

No te rindas

No te rindas, aún estás a tiempo

De alcanzar y comenzar de nuevo,

Aceptar tus sombras,

Enterrar tus miedos,

Liberar el lastre,

Retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,

Continuar el viaje,

Perseguir tus sueños,

Destrabar el tiempo,

Correr los escombros,

Y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,

Aunque el frío queme,

Aunque el miedo muerda,

Aunque el sol se esconda,

Y se calle el viento,

Aún hay fuego en tu alma

Aún hay vida en tus sueños.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo

Porque lo has querido y porque te quiero

Porque existe el vino y el amor, es cierto.

Porque no hay heridas que no cure el tiempo.

Abrir las puertas,

Quitar los cerrojos,

Abandonar las murallas que te protegieron,

Vivir la vida y aceptar el reto,

Recuperar la risa,

Ensayar un canto,

Bajar la guardia y extender las manos

Desplegar las alas

E intentar de nuevo,

Celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas, por favor no cedas,

Aunque el frío queme,

Aunque el miedo muerda,

Aunque el sol se ponga y se calle el viento,

Aún hay fuego en tu alma,

Aún hay vida en tus sueños

Porque cada día es un comienzo nuevo,

Porque esta es la hora y el mejor momento.

Porque no estás solo, porque yo te quiero.

Mario Benedetti.



La voz interior


No importa donde estés,
ni lo que te digan que debes hacer.
Siempre que tengas una duda,

...descansa un momento y escucha
lo que te dice tu voz interior.
No te apresures en tu camino,
ni sigas los pasos de otros.
Siéntate y descansa un momento
y escucha tu voz interior.
Esta es la voz que te busca y guía
El mejor consejo que puedes escuchar
Trae pureza a tus sentimientos
y te da la libertad de ser realmente
La persona que quieres ser.
Recuerda: Todas las respuestas
que buscas las tienes encerradas
la tu limpia y pura voz interior.
Hacemos una vasija de un pedazo de
arcilla: y es el espacio vacío en
el interior de la vasija lo que
la hace útil. Hacemos puertas
y ventanas para una estancia;
y son esos espacios vacíos los
que la hacen habitable. Así, mientas
que lo tangible posee cualidades,
es lo intangible lo que lo hace útil.

Lao-Tsé.


Sonrisa


Enciendo velas en la madrugada
Voy deshojando flores en mi almohada
Mirando al techo me dejo llevar a otra realidad

Y observo el sol que entra por mi ventana
Que me despeja y renueva mis ganas
Miro al espejo y me pregunto qué me espera fuera

Y siento todo tan brillante y tan magnético
Nada ni nadie puede hacer que me derrumbe hoy
Que tiemble el suelo que allá voy
Pisando fuerte y sin reloj

Tengo una sonrisa para regalarte
Tengo mil cartas de amor
Y tengo todo el tiempo que perdí sin ver el sol
Tengo mil historias que quiero contarte
Escondidas en mi voz
No quiero dejar nada por sentir, ya sé quien soy

Y salgo a pasear entre la gente
Y juego a imaginar de donde vienen
Y me enamoro de cada rincón dejando al corazón volar

Y extiendo en la ciudad mirando al frente
Esta mañana el mundo es diferente
Descubro tantas cosas que no vi por no quererme

Y siento todo tan brillante y tan magnético
Nada ni nadie puede hacer que me derrumbe hoy
Que tiemble el suelo que allá voy pisando fuerte y sin reloj

Tengo una sonrisa para regalarte
Tengo mil cartas de amor
Y tengo todo el tiempo que perdí sin ver el sol
Tengo mil historias que quiero contarte
Escondidas en mi voz
No quiero dejar nada por sentir, ya sé quien soy

Y al fin se que amanece y me respiro la mañana

Desate las vendas que ocultaban mi mirada
No quiero que la brisa me obligue a no ver nada
¡Por fin la lluvia me toca!

Tengo una sonrisa para regalarte
Tengo mil cartas de amor
Y tengo todo el tiempo que perdí sin ver el sol
Tengo mil historias que quiero contarte
Escondidas en mi voz
No quiero dejar nada por sentir, ya sé quien soy